martes, 13 de octubre de 2015

L'ALCUDIA (VALENCIA) Y EL MISTERIO DE LOS MEGACRIOMETEOROS


Un extrarrestre en la nevera. Un aerolito destroza el tejado de una nave industrial en L"Alcúdia y despierta una enorme expectación sobre su origen 


XAVIER ESPAÑA María José, Juan, Jaume y Sisco no olvidarán jamás el sobresalto que les causó la caída de un gran pedazo de hielo que se coló en su lugar de trabajo por el tejado mientras trabajaban en un taller de fabricación y reparación de maquinaria, justo enfrente de la estación de ferrocarril de L"Alcúdia. 

Hacía poco más de una hora que los cuatro empleados de una sociedad laboral limitada, que cuenta con una plantilla total de 12 trabajadores, habían regresado de su cotidiano desayuno diario en el Bar Ronda. Eran aproximadamente las once y media de la mañana, por el aparato de radio sonaba música a un elevado volumen y el trato con el hierro y el acero sumaba más decibelios de los habituales, pero ello no fue óbice para que los cuatro saltaran como un resorte y dirigieran la mirada hacia el techo al producirse "un estruendo muy fuerte". 

María José, que trabaja de administrativa, salió del despacho y vio a apenas unos dos metros sobre su cabeza una piedra de hielo sobre una vigueta y un considerable boquete en el tejado de la nave. El aerolito, que debió caer a varios kilómetros por segundo, atravesó cuatro uralitas superpuestas y se quedó enganchado en una vigueta. Medio en broma y medio en serio comentaron el caso del aerolito que el pasado lunes abolló un vehículo aparcado en una calle de la localidad sevillana de Tocina. 

Con la ayuda de una barra de hierro descolgaron el objeto extrarrestre y lo cazaron al vuelo para evitar que se fragmentara más todavía. En su impacto perdió una masa equivalente a la que los cuatro vecinos de L"Alcúdia guardaron celosamente en un congelador del taller. Era un trozo de hielo de forma piramidal, de unos 13 centímetros de largo. Estaban convencidos de que no era una piedra de granizo porque ayer lucía el sol en la comarca de La Ribera y en el cielo no se divisaba ninguna nube. Era, eso sí, una mañana fría en la que el termómetro no superaba a esa hora los ocho grados centígrados. 

María José se personó en el Ayuntamiento y dio cuenta de lo sucedido a la Policía Local y al alcalde, Francesc Signes. A partir de entonces el recién llegado a la tierra recibió un sinfín de visitas, el frigorífico se tuvo que abrir infinidad de veces para poder ser contemplado por las autoridades municipales y los medios de comunicación que llegaron en romería hasta L"Alcúdia. A mediodía fue observado por el único experto capaz de descifrar a primera vista la identidad del visitante. El director del Centro Meteorológico de Valencia, Manuel González, aseveró que se trataba de un meteorito, es decir, de un residuo formado por partículas que muy probablemente procede de un cometa desintegrado o en periodo de desintegración. Las partículas sólidas que proceden del espacio sideral penetran a menudo en la atmósfera de la tierra donde al calentarse se convierten en gases incandescentes y aparecen ante nuestros ojos como estrellas fugaces. El fenómeno luminoso recibe el nombre de meteoro, mientras que se denomina meteorito el cuerpo sólido que lo produce. 

El meteorito de L"Alcúdia podría tener el tamaño de un edificio cuando viajaba en solitario por el espacio, pero se desintegró en numerosos fragmentos tras su penetración en la atmósfera. Uno de ellos optó por la comarca de La Ribera y más concretamente por la empresa Metàliques Viferma L"Alcúdia, SL, donde María José, Jaume, Sisco y su marido Juan acuden a diario para ganarse el jornal. 

Ahora el Centro Superior de Investigaciones Científicas pretende analizar su composición por si el hielo procedente del espacio contiene "gérmenes extrarrestres desconocidos". Mientras los expertos del CSIC no lleguen a L"Alcúdia la partícula desprendida de un cometa permanece en un congelador de propiedad municipal, bien envuelta en una bolsa y a la temperatura adecuada para su perfecta conservación -15 grados bajo cero-. 

El meteorito alteró el trabajo rutinario del taller y de la localidad durante varias horas, muchos de los 10.000 habitantes que residen en L"Alcúdia quisieron conocer de cerca al extrarrestre que los cuatro trabajadores guardaron celosamente en la nevera

FUENTE: http://www.estrellasyborrascas.com/clima.php?ID=23:

Bloques de hielo caídos en las poblaciones españolas de Tocina (Sevilla) y l'Alcudia de Carlet (Valencia) en enero del año 2000. (Foto: CSIC/Mariano Franco)



Gráfica que muestra las anomalías térmicas detectadas en la estratosfera. Los años previos a la masiva caída de bloques de hielo de enero de 2000 coincidieron con temperaturas más frías de lo habitual en la alta atmósfera. (Fuente: CSIC

La atmósfera aún es un misterio. La gente parece haberlo olvidado, pero en enero del año 2000, en España no se hablaba de otra cosa que de la sorprendente caída de bloques de hielo que perforaban naves industriales y destrozaban coches. El jolgorio generalizado que se formó con aquella lluvia de aerolitos -como la gente los llamaba erróneamente porque se creía que algunos procedían del espacio- llevó a muchos juerguistas a inventar sus propias caídas para salir en la prensa o en la tele, y llegó un momento en que era difícilmente creíble que entre tanto hielo sospechoso hubiera algo de verdad.

Pero no sólo la hubo, sino que la hay. Aunque queda bastante por averiguar, en estos años se ha investigado mucho y se han logrado algunas evidencias científicas, pero lo más importante es que siguen cayendo bloques de hielo a lo largo y ancho del planeta. Desde lo sucedido en España en enero de 2000 hasta hoy se han producido más de sesenta casos en diferentes partes del mundo. Entre los más recientes documentados científicamente se encuentran el bloque de 50 x 80 centímetros del 9 de noviembre de 2007 en la ciudad de La Rioja (Argentina); el de Riverside (Estados Unidos), con un tamaño de 40 x 40 centímetros, ocurrido el 24 de octubre del mismo año, y el del 13 de marzo del mismo año 2007 en la población madrileña de Mejorada del Campo.

Jesús Martínez Frías 

Siguen cayendo, pero ya caían en el siglo XIX, cuando aún no había aviones por encima de nuestras cabezas, lo que anula la posibilidad de que los casos reales -no obra de bromistas- sean producto de depósitos de hielo en el fuselaje de aeronaves. Sí es cierto que esta circunstancia se ha dado en alguna ocasión, pero los estudios internacionales sobre este apasionante tema han permitido separar ambos tipos de episodio gracias al análisis de la composición química. Y en este tiempo ha sido el equipo español liderado por Jesús Martínez Frías, científico del Laboratorio de Geología Planetaria del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), uno de los que más luz han aportado a este asunto. Este grupo ha acuñado el concepto de megacriometeoro para definir y distinguir a estos extraordinarios conglomerados de hielo de origen natural, que se forman en la alta atmósfera y que no tienen nada que ver con los aviones, sino que obedecen a procesos atmosféricos cuyos mecanismos fundamentales no son conocidos todavía.

Anomalías en la tropopausa 

Sabemos, gracias a ellos y a otras investigaciones internacionales que parecen corroborar su tesis, que muchos de los casos están asociados a anomalías térmicas en la tropopausa, situada por encima de la troposfera y que, en teoría, marca el límite bajo el cual se producen los procesos meteorológicos. Sin embargo, estos hallazgos apuntan a que hay excepciones; a que, en condiciones anómalas, se forman en la atmósfera extraordinarias condensaciones de hielo en situaciones antagónicas -cielos despejados y sin precipitaciones- a las que producen el granizo, que es producto de las grandes corrientes verticales internas de las nubes de tormenta, los Cumulonimbus.

Pero una de las preguntas que queda por responder es por qué en estos últimos tiempos se ha producido una mayor frecuencia de casos. Los cambios en el clima pueden ser parte de la respuesta.
Una década sin los raros meteoros helados

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