CASA BONAPARTE MASTABA FUNERARIA EGIPCIA
Sobre acantilados de lineas duras
juega la casa convertida en mastaba egipcia
en el desierto de rocas, sobre el cielo que le da vida,
sobre las aguas donde habitan
los monstruos que se ciernen sobre la cabeza de quien fue águila cautiva.
Se posa la casa sobre la mano de los acantilados de Capri
y en su postura se mantiene firme en su rutina
de ser solo paleta funeraria, en esa cornisa,
desde la cual nada importa más que ser prisionero de lo que uno estima,
la soledad del poeta,
la mala vida de quien fue fascista, florero de un criminal que de él necesita,
el negro, color de unas camisas.
No hay más faraón
que quién en la casa habita,
ni más Dios que el paisaje que le da cobertura,
ni más vida que el agua que a sus pies le muestra la mejor de sus hermosuras,
ni muerte más segura,
ni arquitecto más sublime que el alma del artista
ya de vuelta,
ya de capa caída
quedan sus angustias
esas que le llevaban de ocaso en ocaso
como si en el habitara un sol nuevo cada día.
La casa que en el habita
es la casa que le sirve para comerse sus melancolías,
rancho de sinsabores conocidos
ni más otras teorías
que las que destilaba el pensamiento frenético
de un Malaparte en si mismo envestido del don de poder hacer lo que quisiera con su vida.
Autor de la poesía: Jose Vte. Navarro Rubio
FUENTE: https://gmasaarquitectura.wordpress.com/2013/01/03/una-casa-como-yo-casa-malaparte/
Acreditada como una de las casas más
representativas e icónicas de la arquitectura contemporánea, de
identificación inmediata por su ubicación, colgada del acantilado de
Punta Masullo, en Capri, la casa Malaparte responde a las inquietudes y
anhelos de su característico propietario, el escritor Curzio Malaparte,
que participó activamente en su proyecto y construcción, hasta el punto
de llegar a afirmar que él fue el diseñador de la misma. No obstante,
parece demasiado aventurado conceder la autoría de la vivienda a
Malaparte en exclusiva, ya que los rasgos identificativos de la
arquitectura de Adalberto Libera, conocido representante del movimiento
moderno italiano, son evidentes en la casa de Capri.
Es importante antes de abordar la obra
conocer a su propietario, en una casa tan íntimamente ligada él. Curzio
Malaparte (1898-1957) parece ser de ese tipo de escritores encargados de
irritar a todo el mundo, de manera especial al poder establecido. Hijo
de padre alemán, su nombre real era Kurt Erich Suckert, firmaría sus
obras como Malaparte (“De mal lugar”) en un juego de palabras con
Buonaparte. Reconocido fascista en su juventud y cercano al régimen de
Mussolini (participó incluso en la marcha sobre Roma, con la que accedió
éste al poder, en 1922), con su obra “Técnica del golpe de Estado”
(1931) critica duramente a Hitler y al propio Mussolini, lo que le
supone la expulsión del Partido Nacional Fascista y ser enviado al
exilio en la isla de Lipari, de 1933 a 1938. En esta pequeña isla
situada al norte de Sicilia, el acceso a la iglesia de L’Annunziata a
través de una monumental escalinata parece ofrecernos el primer
referente directo de la casa de Capri. Liberado por su amigo Galeazzo
Ciano, yerno de Mussolini, es enviado como corresponsal de guerra del Corriere della Sera
al frente en Rusia y Finlandia. Sus artículos y escritos le suponen
pasar varias veces por la infame prisión de Regina Coeli en Roma. Es en
esta época cuando se construye su casa en Capri.
En su libro más importante, La Piel
(1949), con tintes autobiográficos, Malaparte admite que esta época de
encierro marca su vida para siempre:
“Hoy más que nunca siento que la
celda N. 461 del 4º Braccio de Regina Coeli se ha quedado dentro de mí,
se ha transformado secretamente en la forma de mi espíritu. Hoy más que
nunca me siento ‘como un pájaro que se ha tragado su propia jaula’.
Llevo la celda conmigo, dentro de mí, como una mujer embarazada lleva a
su hijo en el vientre […] Hoy vivo en una isla, en una casa triste, dura
y severa sobre el mar: una casa que es el fantasma, la imagen secreta
de la prisión. La imagen de mi nostalgia.”
La guerra marca su obra literaria,
estando sus artículos y escritos caracterizados por una tendencia a
presentar la guerra desde el punto de vista de quienes estaban
condenados a perderla. Sus dos libros más importantes, Kaputt y La Piel,
son descripciones noveladas de la guerra, con diversos escenarios y
demostrando una vez más su habilidad para la crítica y el hacer sentir
incómodo al poder establecido. La piel se incorporó al Índice de Libros Prohibidos por la Iglesia.
Una vez terminada la guerra, Malaparte
vira abiertamente hacia la izquierda y se convierte en miembro del
Partido Comunista Italiano. Se muda posteriormente a París, donde
escribe obras de teatro y dirige una película. En los últimos años de su
vida abraza el maoísmo y realiza un viaje a China, que se refleja en su
libro “Yo en Rusia y en China”.
Curzio Malaparte marcado profundamente
por la guerra, de la que fue partícipe en la Primera Guerra Mundial y
corresponsal en la Segunda, y cuya influencia aparecerá reflejada en el
mundo interno de la casa Malaparte, concebido a modo de “búnker”,
comienza el diseño de su casa en 1938. Enamorado de Capri, tras ser
invitado por el escritor sueco Axel Munthe a su villa en la isla,
obtiene el terreno y la autorización para su vivienda por mediación de
nuevo de su amigo Galeazzo Ciano. En diversos escritos de Malaparte,
defiende su intención de preservar el estilo monumental y propio de las
villas tradicionales de Capri, sencillo y puro frente a la invasión de
un nuevo estilo ecléctico y que no tiene en cuenta el lugar donde se
asienta, introducido por las corrientes extranjeras en el siglo XIX en
la isla.
Aunque no parece prudente entrar en la
histórica discusión sobre la autoría de la casa, sí queda claro que hubo
discusiones entre Libera y Malaparte, incluso parece ser que el
arquitecto abandonó la obra y se desentendió de la casa, terminándola el
propio Malaparte con un albañil local del que ha trascendido su nombre,
Adolfo Amitrano. Pero se reconoce en el resultado el trazo racionalista
de Libera, y por los escritos podemos asegurar que suya es la forma
alargada de la casa, adaptándose a la roca sobre la que se asienta,
aunque parece que su concepción de la vivienda era más “dura” y
planteaba un volumen rectangular limpio. La escalinata parece una
inclusión posterior de Malaparte, influido por la de la Iglesia de
Lipari y obsesionado por la búsqueda de monumentalidad propia de las
villas de los emperadores de Capri.
En la casa Malaparte se observa de modo
instantáneo la existencia de dos mundos muy diferenciados. No podemos
hablar de continuidad exterior-interior ya que pertenecen a ámbitos
distintos. Por un lado la monumentalidad de la vivienda en su concepción
externa; el objeto único construye una imagen elocuente e irrepetible
en el sitio, refiriéndonos directamente al genius loci romano. La
monumental escalinata, en su búsqueda por adaptarse al terreno y tomando
de manera inmediata la imagen del teatro clásico, nos remite a un
recorrido ritual, alejando la plataforma de la cubierta solarium con la hábil operación de ensanche.
“Un lugar, claramente, sólo para hombres fuertes, para espíritus libres.”
Así entendido, sería este solarium
el final del recorrido ritual, una plano sobre el mar dónde se
encuentran todos los elementos de la naturaleza, invitándonos a formar
parte de la misma, idea reforzada por la ausencia de barandilla o
protección y únicamente con la “vela” blanca como recuerdo de que
seguimos estando en tierra, separados del mar que nos ha llevado allí,
partícipes del naufragio que ha dejado este barco colgado del
acantilado. Este gesto o “vela” en la cubierta nos remite también a las velae
que a modo de protección frente al sol se utilizaba en los teatros de
la Grecia clásica, reforzando la idea de la escalinata-grada.
El mundo interior es bien distinto y
habla de hermetismo, de un refugio destinado a la escritura con un
control de las visuales exteriores, siempre en los ejes transversales,
un sitio protegido desde el cual presenciar de manera controlada la
naturaleza, en contraposición con la inmersión en la misma del mundo
exterior. Para reforzar la división entre los dos mundos, incluso la
entrada es difícil de encontrar y se confunde con las ventanas. Este
interior, relacionado con el ámbito doméstico, y que tiene una estrecha
relación con la manera de habitar y de relacionarse de Curzio Malaparte,
nos habla de su propio mundo interior, de su necesidad de un refugio,
de un búnker, de la guerra….
Las plantas de acceso e inferior son
puramente domesticas, sin concesiones estéticas ni relación alguna con
el exterior mas que para observarlo. Solo en la segunda planta, justo
bajo la cubierta solarium encontramos un espacio intermedio entre los
dos mundos. Con una geometría muy estricta se divide la totalidad de la
planta en dos mitades exactas, dejando en una parte el gran estar
pavimentado con piedra que nos habla de esa continuidad con el exterior a
la vez que cuatro grandes ventanales nos ofrecen las visuales de los
acantilados, siempre remarcando ese carácter de espectador de la
naturaleza y poniendo en escena los conocidos Fariglioni de Capri; una
amplia chimenea nos indica el carácter publico-privado de la estancia.
Sin solución de continuidad una puerta nos ofrece el acceso a dos
habitaciones en la zona conocida como el “apartamento Malaparte”.
Completa el eje el estudio del escritor, al que se accede por una de las
habitaciones, y que presenta la única ventana en el eje longitudinal de
la casa.
El recorrido ha finalizado. No hay
salida. Un desasosiego invade al visitante, la casa es únicamente
propiedad de su dueño, y de su mundo interior nos habla, incomprensible
para el resto la abandonamos regresando por donde hemos venido y nos
volvemos a contemplar por un ultimo instante al barco rojo varado sobre
el acantilado y nos invade la necesidad de volver a ascender lentamente
la escalinata hasta la cubierta sagrada que nos sumerge en la naturaleza
mientras a nuestros pies nos reclama el mar.
Fuente:https://gmasaarquitectura.wordpress.com/2013/01/03/una-casa-como-yo-casa-malaparte/
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