Y la despensa estaba vacía
abandonada a su suerte
entre combates perdidos
que desgracia más patente
las de aquellas pobres gentes,
todas de mi pueblo
tan en mi presentes
que cuando de cerca diviso
las paredes blancas de los corrales
de mi pueblo en La Mancha de Cervantes
a la mente me vienen
fotogramas en blanco y negro
de unos años crueles
en que los hombres y mujeres
eran esclavos permanentes
de otras malditas gentes.
A veces casi crees
lo que lees
y ello a pesa de ser inteligente
y saberte
para los tiempos en que vives
que vas de cabotaje en cabotaje
como aquella nave de locos,
que surcaban los mares
de aguas crispadas,
que llevaba por nombre
Mar de los pesares.
Y así nos va la vida
tan en ello domada
por el látigo indomable
del tiempo
que se siente
el domador de las fieras que sacan las garras y dientes
para defender su territorio
cuando las hembras se sienten calientes.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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