en usted vive otro,
para cuando la risa le llega
y la tristeza se le retira. El es astuto.
Ese otro es muy ladino
y la confunde en aquello que me cuenta
de martes en martes
sentada en ese sillón
de terciopelo amarillo.
Déjese llevar,
gruña,
enséñele el hocico
y vera
como de martes en martes
mejora su apetito
y ese otro
que vive allí donde el alma se cobija
en un pequeño hueco de su corazón entristecido
le saldrá como si fuera un rayo difuso
atravesando las diferentes capas carnosas de su organismo.
Usted tiene mal de ojo,
mal de ojo
desde que se vino al mundo
y eso se cura
cruzando los dedos
y mirando a los ojos
de esos sus enemigos
que vagan por su mirada
como si fueran criminales asesinos.
Créame,
vengase conmigo
y verá en ese cajón lleno de informes
hasta el techo mismo
como los diabólicos seres de los interiores del organismo
se convierten
en polvo mismo
cuando yo los llevo hasta allí donde descansaran por lo que queda de siglo.
La consulta se ha acabado
ahora mismo,
descanse unos minutos
y sin prisas piense en lo que le dicho.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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