El libro no daba para más
sus besos eran como humo
escapado hacia el cielo,
mi mirada,
sus abrazos, insinuaciones leves,
que no dejaban sobre mis hombros más huella
que la del paso del agua
en las duchas matinales antes de que los gallos cantaran.
Sus muertes eran en mis labios
como la horchata, blanca, no la leche, desnatada.
El libro se rompía
por allí donde yo más intentaba
profundizar en esas cosas que buscaba
como el chatarrero en una escombrera
cualquier cosa
con que alimentar mi alma.
Terminé el libro
y le sobraron del total de sus páginas
todas menos el final
que era para mí la más estimada,
poder decir a otros en la cara
lo leí y quedar en ello en calma.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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