Ante mi pasa un coche rompiendo casi el asfalto
en su interior van acomodadas a ambos lados
marionetas de Bunraku
de las que solo se ven
su cabeza y sus brazos,
un vestido de cola
y en su interior una mano
que las maneja a su antojo
y se hace de ellas su amo.
Solo el rostro
se alza como señalando
que todavía en sus vidas viven
las sombras del pasado.
La belleza y la penumbra
viven ambas en si acomodadas
como si el tiempo solo fuera
un pequeño fogonazo
en que a través de un visillo se divisa
el torso casi alado de las estatuas de Kannon
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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