Comiendo telarañas la noche avanza
pan de Dios
con sardinas guisadas
en el seno del sol que resplandece en su cocina de alta gama.
Empanada de palabras
un vagón de tren arrastra
a esas horas de la madrugada
en las que solo los fantasmas
se atreven a pasear por los altillos de las casas
y canta
el viento que así se llama
al hambre que arrastra un día que por delante de los ojos de una rana pasa.
Croa en la charca,
fija su mirada,
raspa la hierba,
salta,
se esconde y trata
de ser la reina de las turbias aguas
ella
la rana,
amada silueta de la Albufera Valenciana,
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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