domingo, 1 de mayo de 2016

UN ESCRITO DE FELIPE DE TORRES DEL SOLAR AUTOR DE PROCLAMA DE LOS DEBRES VEGETARIANOS



Lote 23774630: A LA SALUD POR LA EXACTA ACTIVIDAD DE CADA HORA DEL DÍA (EFEMEROSTATICA). Felipe de Torres del Solar


“No sólo de pan vive el hombre. Nuestros hijos no necesitan solamente cuidados físicos para su cuerpo material. Nuestros hijos son “algo” más, son mucho más, pues tienen un alma y un espíritu que deberemos conocer lo mejor posible para poderlos encauzar y dirigir hacia el bien.

Los padres deberán saber distinguir entre la instrucción y la educación. La instrucción es la enseñanza que recibe el individuo para que aprenda cosas útiles para la vida del mundo, que le ayudarán en un futuro a ganar dinero, fama, renombre, etc. La instrucción es necesaria ya que el individuo debe aprender cosas para realizarlas en el mundo en que vive. La didáctica instruye, es un aprendizaje, una condición social. Por medio de la instrucción el hombre se acerca a la materia y puede hacerse científico, pero nunca sabio. La persona instruida suele ser un repetidor de ideas ajenas. Todo lo aprendido le viene de fuera, le entra por los sentidos y él lo va asimilando y lo hace propio.

Sin embargo, educar es sacar a la luz, es ayudar a la persona a que descubra sus propios valores y los ponga en funcionamiento, siempre al servicio de los demás. Educar es hacer que el individuo llegue mediante su propio esfuerzo y perseverancia a desarrollar su espíritu y su intuición. Con la educación la persona se acerca más y más a la sabiduría que habito dentro de sí y se necesita del silencia y del recogimiento para llegar hasta ella. El auténtico educador hace que el educado consiga ser una fábrica de ideas propias y no un almacén de ideas ajenas. Para acercarnos a la auténtica educación (formación del alma) la enseñanza deberá venir de dentro a fuera. La persona buscará en su interior toda clase de respuestas y las obtendrá, pues es en el interior de cada ser donde se halla la auténtica sabiduría de todos los tiempos.

De la educación de los padres depende la educación de los hijos, y de la cultura biológica que estos tengan dependerá el que sus hijos vivan en salud o enfermedad, que es como decir en equilibrio o en desequilibrio, en orden o en desorden, ya que el orden engendra la vida y el desorden la destruye.

Aprendamos a educar y a cuidar de nuestros hijos, sobre todo por el ejemplo, pues es por la vista por donde más les entran todas las cosas a los niños. Los padres no deben dar malos ejemplos a los hijos, fumando, bebiendo alcohol o café, ni comiendo cadáveres (carnes y pescados) o discutiendo, gritando, maldiciendo, murmurando, etc. Ni tampoco cazando o pescando o con cualquier otra forma de impiedad. Hay que enseñar a los hijos a que respeten y amen la Naturaleza (las plantas, los animales), pues todos somos navegantes de la misma embarcación y lo que sea de unos será de otros. Todos nos necesitamos mutuamente y todos, aún los animalitos más pequeños, o la plantilla más humilde, tenemos una misión que cumplir y que nadie puede hacer por nosotros. hagamos realidad el mensaje del pregón en defensa de la Naturaleza: RESPETAR TODO LO CREADO.

En el hogar el padre no quitará nunca la autoridad a la madre (aunque éste tenga razón) delante del niño, ni al contrario. Deberán estar siempre de acuerdo en las cosas esenciales para el buen funcionamiento del hogar y de la familia. ellos se reunirán aparte, sin que los hijos estén delante, para aclarar todos los puntos en los cuales no estén de acuerdo. Recuerden, NO DISCUTIR NUNCA ni hacer polémicas delante del niño, esto podría traumatizarlo para toda la vida. Él tratará de acercarse más a uno o al otro si ve divergencias, para, al final, salirse con la suya.

Nuestros hijos serán más felices si ven en su hogar el equilibrio de los tres pilares fundamentales de la vida. Primero está el pilar del RIGOR. en el hogar deber haber disciplina y orden, el niño deberá acatar y respetar las normas establecidas. El segundo pilar es el de la MISERICORDIA. Debemos ser bondadosos y comprensivos con las debilidades de nuestros hijos y ser misericordiosos y condescendientes con ellos, perdonándoles tantas veces como sean precisas y enseñándoles a que ellos también lo sean con los demás. Cumplidos estos dos pilares logramos el tercero que es el pilar del EQUILIBRIO. Nuestros hijos serán cada vez más ecuánimes y virtuosos. En una palabra, serán agentes o individuos positivos, y no agentes o individuos negativos, y su vida será plena y feliz.

Una vez que las enseñanzas anteriores forman parte de nuestra vida y no solamente las cumplimos, sino que las amamos, entonces es cuando podemos conseguir, no sólo para nuestros hijos, sino también para nosotros, esta gran trinidad que preconizamos: SALUD, FELICIDAD y COMPRENSIÓN.”

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