martes, 26 de julio de 2016

POESÍA: CON DON QUIJOTE Y VOLVIENDO A LAS ANDADAS

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Por allí anduvo,
por allí fueron sus andanzas
a lomo de criatura de cuatro patas
sobre el camino
bebiendo del encanto de aquellas tierras casi sagradas.

En la Mancha
sin más paliativos,
sin más de nada
que el blancor de sus casas
estuvo la patria
del inmortal Don Quijote
al cual se encuentra
a poco que sientas el habla
de quienes por aquellas tierras son parte del alma castellana.

Su nobleza, amor y ternura
hacia quienes no tenían nada
hizo de su locura,
más que sana,
algo con lo cual se identifica quien por aquellas tierras va de pasada.

Genuino el paisaje
ya no se encuentra la llaga,
son los molinos de piedras
inmóviles estatuas
a los que el viento saluda
cuando este pasa
cerca de ellos acariciando sus limpias caras.

Es el entorno urbano
de los pueblos de la Mancha
lo que más llama
la atención del peregrino
cuando desde lejos ve
cual majano de piedras a buril talladas
los blancos corrales
donde ya las ovejas no balan,
los poyos de las puertas pulidos por los calores de las tardes largas,
y las calles empedradas,
ya sus piedras fragmentadas
por el correr de los años
y sobre ellas las toscas albarcas.

Iglesias con sus recias campanas,
se ven junto a las plazas
o en sus partes más altas,
avisando, siempre para eso sus torres son altas,
que allí se mantiene la fe
casi a cuchillo y espada,
como en tiempos de Don Quijote
y es que el tiempo no pasa
por aquellos tierras
tan de los que mandan olvidadas.

Gavilanes sobre los tejados de las casas
canta el ruiseñor,
el perro ladra,
en la cuadra
de piedra el pesebre
todavía este se  alza
con su grano y paja
de las parcelas de cebada,
mientras en los campos labran
las mulas, bien del ramal tiradas,
como si fueran sus entrañas de acero y hojalata

Autor de la poesís: Jose Vte. Navarro Rubio





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