que el sol tanto avanzara,
tapando los cielos,
remontando las montañas,
hasta allí donde solo llegan las Águilas
con sus alas.
Fue una catarata
inmensa, con su agua
y rayo que todo lo ciega,
y luces extrañas,
como si el lucero fuera de oro,
como si la cara estuviera tapada,
todo tan grande,
todo y nada,
la vista en sus manos,
la vida regalada,
el rumor del día,
la calle a mis espaldas,
todo comienza, igual que acaba,
viendo la luz del sol,
sintiendo otras miradas,
en la mañana cerca de Ruzafa,
barrio que lo fue,
todo se acalla,
alto de Valencia,
lejos de sus murallas,
con sus acequias de frías aguas,
remontando los campos, sonando a juegos de niños bajo una parra.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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