jueves, 11 de agosto de 2016

POESÍA: EN UN BAR DE CARRETERA DE LA MANCHUELA Y EN ESTE DÍA


Es un bar de carretera
que recibe una clientela muy bien surtida.
Pan caliente de panadería
cada pieza es diferente,
conforme la gente entra 
y se va acomodando en la barra
y en las sillas,
así se distingue el pan
por el contenido en sal
y por su levadura.

En el bar la luz exterior es menguante 
se diría que como la de una bombilla 
apagada 
que poco a poco se va poniendo amarilla.

Contraluces,
casi versos de poesía
en una bandeja muy bien de alimentos surtida
los chorizos y morcillas
por su textura 
causan respeto
si con entretenimiento se les mira.

Geografía descriptiva
por un lado la cara de la clientela,
lugareños en mayúscula,
la de toda la vida,
parece sacada de un libro de caballería,
barbillas afiladas,
delgadez que asusta,
la piel con arrugas,
nobleza incluida, 
mirada de ojos profunda
que explora hasta el alma misma,
son algunos de los elementos
de esta geografía descriptiva
muy parecida
 a la que se ve en las fotografías
en blanco y negro
de algunas viejas revistas.

Otros semblantes se ven
  con diferente arquitectura, 
en ellos y ellas
se adivina que son turistas,
que con extrañeza miran
mientras se comen con la vista
hasta las telarañas que cuelgan en un rincón, 
allí desde toda la vida.

Estas  son las estrellas
del restaurante
de carretera
al cual aquí describimos.
Así de él decir
que no figura en ninguna guía Michelín,
su categoría
de mesón quijotesco
en el cual se puede correr alguna aventura
es sin lugar a dudas
lo que uno busca.

Alguien entra,
desde todos los rincones se le mira,
pide una manzanilla, 
lleva camisa bien planchada
y habla como comiéndose las sílabas, 
a lo visto se ve que tiene prisa.

El camarero que nos sirve
en esto de atender lo hace de maravillas, 
a los pocos minutos
ya está enterado de nuestras vidas.

Es el camarero,
así en sus diplomas se avisa
el notario que de todo lo sabe
y a la primera pilla
aquello que aun no siendo de interés
da para romper la monotonía.

En estos lugares
con tanta faena  
sobre las mesas se arremolinan, 
tazas de café
y copas de coñac vacías
que enseguida
son recogidas
en bandejas diestramente paseadas,
desfilan
como si el camarero fuera un torero
y en esta,
la de hoy,
tuviera lugar su alternativa

En el bar entran y salen clientes ,
cada uno va a la suya,
por un hilo caminan las preguntas
que algunos hacen
y por una tomiza transitan
las respuestas que el camarero de turno ventila
con esa rapidez,
destreza
de quien se sabe protagonista.

En este café de carretera
todo sabe diferente,
Corral de Comedias,
con actores de pacotilla
hasta las desgracias que aquí se comentan
tienen un un aire de comedia humorística.

La muerte así de algún conocido
viene a ser de una trascendencia muy íntima
que se suele acompañar
de respuestas muy comedidas:

Dejó viuda. 
Mala suerte fue la suya. 
Ella ya ha rehecho su vida. 
Se fueron del pueblo.
Quedaron en la ruina.
Hay que ver con lo que se querían
Poco ha tardado en buscarse otra.
Pobres de sus hijos.
Acababa de jubilarse y mira....

Si se habla de trabajo
estamos en las mismas,
parece que en estos bares
 las respuestas que se dan sean siempre las mismas:

Sin faena está.
Le tocó la lotería.
Anda por las viñas,
Acaba de pasar camino de Cuenca, a lo visto al médico iba.
Se quedó sin faena y ahora hace algunas cosillas.
Ni trabaja ni quiere.
Le dio por la bebida.
Se marchó a trabajar a las islas
y volvió solo con la camisa,
que quieres que te diga.

Tras las despedidas
siempre queda
que la vaya bien y hasta la vista.
y
si de regreso se para en el mismo restaurante
se suele acribillar a preguntas.
En ellas la originalidad no prima
tal y como se ve
aquí les dejó algunas:

¿Qué quiere que le ponga?
¿Su cara me es conocida?
¿No serás el hijo de....,?
¿Cómo encontró a la familia?
Vaya, vaya,
que poco ha tardado en dar la vueltecita.

La telaraña desde el rincón
en estos casos mira 
y tras tragar saliva,
busca a su presa
para convertirla
en plato de comida
de ese día.
A lo visto en ese bar
las únicas víctimas
son las que ellas distraídas
van a caer
en la telaraña
que se les tiende
antes de que digan
esta boca es mía.


Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

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