lunes, 12 de diciembre de 2016

EN LA BODA DE RUBÉN Y LYDIA


               I
Las palmeras
de fuego apagadas un día,
Santa María,
jardines colgantes, melodías, risas,
al lado del mar, cercanía,
de una, la mía, una parte de mi familia.

En una mañana abierta
que dicha,
el vino espumoso,
la  cerveza fría,
agua de Benassal al primer golpe de vista.

La sala llena
y en ella se respira
como aleteo de palomas,
casi divinas,
suena en la sala repleta un Ave María
y por ella ausente,
mares por medio cautivan,
trilla la voz de un cantante
sujeto a una estrella
en la lejanía,
Noelia, que llega,
así es la melodía.

       II
La comida,
es como el manjar que anima,
la excusa,
para continuar la charla,
animada
sin disputas,
y así se avecina
el quitarle, sin prisas,
a la tarde que luce
en los tejados y cornisas,
su velo y camisa,
tras la cual
la noche se abre paso
por los callejones, sin salida,
que dan a casas cautivas
donde todavía habitan
las soledades de nuestras vidas.

            III
Canciones rocieras
se abren paso, sin prisas,
como si fueran barro, piedra y arcilla,
mientras palpitan
los corazones de quienes son rey y reina en ese su mejor día.

Por el y ella, Rubén y Lydia,
canta la noche su melodía,
dulce ronroneo de aves marinas
en una barraca, estima,
de la hurta valenciana
que alguna vez sirvió para dar cobijo a una familia.

Ya la luna planea
se divisa,
sobre un mar apagado
de costas tranquilas
y caminos de blancas espumas,
la vuelta a la rutina
que nos lleva de retorno
a nuestras cotidianas vidas


Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

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