miércoles, 19 de abril de 2017

POESÍA: LA MAÑANA EN ESTE DÍA DE BUEN COMIENZO

Era cierto, así de cierto,
el sonido de los motores de los coches
calentando el cemento
y la claridad del día sin aspavientos
ni remordimientos
entrando a través de un ventanal, alejaban a  la noche
y se la llevaban al interior de ese gran cuerpo
que es el espacio sobre el cual nos hacemos preguntas y más preguntas
desde que estamos sobre la tierra los seres humanos, desde que tenemos entendimiento.

Un sonido largo, me alerta
¿Qué será aquello
que traspasa los cristales,
que se come el cemento,
que se aloja en nuestro cerebro?

Era diferente, lo recuerdo, intenso,
cercano y así y todo tan lleno de aquello llamado nexo inconexo
que ahora que vuelvo a escribir sobre ello
ni recuerdo, ni se, ni me importa por lo que escribí tal y como les lego en este poema de corte pascuero.

Y es que la mañana
incipiente y con sus ajetreos
traía coches,
y camiones enteros de leche, de cerveza, de madera, de aluminio, de hierro,
tantos camiones y dentro de ellos
todo aquello que convierte a la mañana en ese comienzo
de día que nos llevaba sin saberlo
otra vez a las horas en que los silencios nos convierten en patéticos seres al servicio del universo.

Es la noche
como un largo lamento,
tal vez como un beso,
desde siempre un abrazo
ya sea tierno
o cruel,
por aquello de que la muerte por la noche se muestra como un animal carnicero,
pero a pesar de todo ello
la noche se fabrica con embelecos que se esfuman cuando los rayos de luz se vuelven tercos.

No era esto de lo que les quería hablar
y a pesar de ello recuerdo
de una forma totalmente cierta, todo lo que en ese comienzo de la mañana pasó
como si fuera una bola de fuego por mis adentros.
Me contuvo como siempre el sonido seco
de una puerta al cerrarse, unos pasos en la calle sobre el asfalto seco,
el grifo lanzando al espacio sin saberlo gotas de agua, casi  de estraperlo,
el ronquido de la rama de un árbol al sentirse juguete del viento,
unas cuantas palabras dichas en un difícil contexto,
todo esto me hizo pensar en ese momento de la mañana, tan lleno,
en que uno se convierte en poeta sin saberlo

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

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