sábado, 15 de abril de 2017

POESÍA: VIERNES SANTOS EN L'ALCÚDIA AL PASO DE LA PROCESIÓN



En la noche se acerca la procesión
Avanza ella,
Entre el clamor
De las bandas y saetas,
Todo
Como si fuera una canción
Pasa por las calles de l’Alcúdia
La solemne procesión,
Marcando el paso,
A toque de tambor,
Cornetas que son
Casi la voz de Nuestro Señor
Pidiendo por todos perdón.

Todo es
En esta noche
En que se venera la muerte
Y mañana resurrección
Dolor
Que llena el corazón
De quienes atentos
A lo que en un calvario pasó
Miran de reojo el reloj
Y se dejan llevar por esa pasión
Que envuelve a un pueblo
Que cree en la Resurrección.

Así pasa la Santa Procesión,
La Bandera de la Cofradía
Y tras ella,
Gran honor,
El Hermano Mayor,
Dando paso,
Al anda
Y en ella a la imagen de quien murió
Así se dice
Que lo hizo
Y así se dice que pasó,
Por todos
Sin distinción.

En la noche y en l'Alcúdia,
Suena el clamor,
Paso a paso,
Tacones, trompetas y tambor,
Por las calles desfila,
Se oye el sonido atronador
De una saeta
Que colgada quedó
Sobre el cielo
Al paso de Nuestro Señor.

¡Oh que dolor, por ti Señor,
Cristo de este pueblo
Que en el madero sufrió
Como buen hijo de Dios
Sin más penas en su alma
Y sin más dolor
Que el que siente un hijo
Que sabe por todos pedir perdón!

En l'Alcúdia
Se oye un clamor,
Es la voz del pueblo
Voz,
Casi sonido
Que va de estación
En estación
Por Cristo, el del madero,
Por ese Dios,

Cantar de un pueblo,
Así el pueblo se levantó
En una Semana Santa
Al paso de Nuestro Señor,
Calle arriba, asciende,
Así pasa la Procesión
En un Viernes Santos
Que ya en l’Alcúdia pasó.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

POESÍA: A LA BUSQUEDA DE UNOS RECUERDOS EN PINAREJO

En el camino que iba, más allá, entre recuerdos,
estaba, así se cuentan los cuentos,
 la charca vacía con su cieno
y el almendro
ahora, él, cenizas, llevadas por el viento,
y el sol
casi en el cielo quieto.

Melancolía,
ira,
ronco aullido
del lobo que llevamos dentro
todo queda en una oración
que dar por la muerte de ese almendro
amargo
como el corazón de quien se llevó
sus simientes al infierno.

Por allí se oye
en la espesura de un monte viejo
el cantar entre desamparos de las perdices huyendo
de las escopetas, truenos,
en los días de caza,
en aquellos terrenos.

Por allí corre la senda que lleva
hasta allí donde se pierde el sendero,
con trigos limpios, sujetos al surco que le sirve de consuelo
en ese su desespero
de verse joven y mañana espigado y viejo.

Y así se abre en mitad del sendero
un reguero,
casi, camino,
casi, de todo aquello
que uno recuerda cuando va al encuentro
de un pozo entre juncos con su abrevadero,
con pedernales en el suelo
y unos chaparros, traviesos,
muy zalameros,
bajo los cuales la tarde se convierte en un paraíso eterno.

La mesa dura,
el pan tierno,
el queso en su aceite, casi dulce beso,
se corta con cuchillo
todo aquello
que a sorbo de vino
sirve de alimento
a quienes, dos son ellos,
se sirven de ello
como si la tarde fuera la sombra de un tejado viejo
a través del cual caen sobre el suelo
golondrinas y vencejos.

Viene después de la comida
otra vez el caminar, en pos de otros lugares,
entre ellos,
de pasada un corral a lo lejos,
despojo del tiempo
con sus paredes comidas por el tiempo
descansando y  nutriéndose,
casi ellas duro acero,
de todo aquello
que traen los días ya sean en los veranos y en los inviernos.

Entre tanto
¡Qué alientos!
saltan los conejos
y los jabalís
¡con sus duros esqueletos!
corren veloces
se lamen la muerte y van a otros encuentros
los mismos
y más concretos
de quienes por un camino que se mete de lleno
en el monte de su infancia y de sus lamentos
les lleva
otra vez al viejo sendero
donde la Pisada de un Buey
ponía nombre, casi terco,
 a aquella parte de ese término de Pinarejo
tan querida por todos aquellas, aquellos,
pinarejeros,
que con el azadón al hombro,
en carro, bicicleta y par de mulas iban, sujetos,
así son los recuerdos,
a ese encuentro,
el de  siempre,
ese que se come entre silencios
para cuando se vuelve la vista atrás y solo se ven huyendo,
año tras año, una fotografía,
rumiando del tiempo
así de fácil duro es decirlo, los recuerdos.

Autor: Jose Vte Navarro Rubio

martes, 11 de abril de 2017

POESÍA: Y SE ABRIERON LAS PUERTAS


Fue la corriente
el globo que volaba
la última gota de su presencia
en los ojos lagrimas
y en el alma penas,
ella asumió lo que era,
madre, hija, nieta y abuela.

Se abrieron las puertas,
de par en par todas ellas
y salió el aire
una corriente que llevaba en su interior 
en la casa abandonada
sombras etéreas.

Autor Jose Vte. Navarro Rubio

lunes, 10 de abril de 2017

POESÍA: A MI PADRE, EN SU PARTIDA Y REGRESO DE UNA GUERRA

No pudo ser,
el tiempo que todo lo podía
como la ola abrazada por la arena,
en el instante queda la huella,
marcada con tinta,
blanca ella,
como las nubes pasajeras
en las noches de tormentas
cargadas de pasiones
que un soldado de quintas lleva
en su mochila llena
de besos en un estuche de madera
que su madre le llenó en una noche llena de tristezas.

Arrogante vuelve,
le veo atravesar los campos y las praderas,
trae en su mochila
el viejo estuche vacío 
y a la espera
de ver a la mujer de su vida
aquella, solo aquella,
que en una noche de nubes blancas,
quizás noche de tormentas,
con pasión de madre,
llenó de besos el interior de un estuche de madera.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

POESÍA: EN EL MOMENTO QUEDAN


En el momento quedan, las ausencias,
los miedos envueltos en telas
y las palabras quietas
en el paladar conviviendo con las preguntas que no llegan
a saber el por qué
de la muerte
cuando  esta se lleva
a los seres queridos  sin dar respuestas.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

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