sábado, 25 de noviembre de 2017

MARCHA DE L’ALCÚDIA A MILLARES AÑO 2017




Para unos los más aguerridos comenzó la marcha  sobre las cuatro de la mañana, es así que desde el Corral de Rafel se desplazaron, un puñado de amigos, hasta La Parra.


Como quien no hace nada por allí, ya después en La Parra, se veía a Pepe y su grupo madrugador, tan frescos  como una lechuga recién cortada.


  1. COMIENZA LA MARCHA


Ya la noche nos llama
entre pesares y verbenas
de viejas urracas
que vigilan y otean
desde las altas ramas
a quienes de buena mañana
salen de fiesta
camino de la Parra
llevando escrita en sus caras
la palabra caminata.


Y es así como a las cuatro de la mañana comenzó la marcha a Millares, por unos lugares en parte novedosos que recogen todo aquello que un buen excursionista experimentado quiere para su cuerpo: Distancia larga; dificultad media, buena armonía, alguna que otra parada y excelentes vistas panorámicas.


  1. Y ASI SE ANDA


A las cuatro de la mañana
comienzan las andanzas
en un viejo corral de cabras,
para quienes avanzan,
entre sombras que aterran,
graznido de cornejas descaradas
y balar de ovejas de blanca lana
camino de la Parra,
en el corazón mismo
de una atalaya
que lleva nombre que embriaga
si bebes del vino
que da esa trepadora planta.


Mientras otros en la cama esperamos que el despertador toque para comenzar esos preparativos tan necesarios en quienes saben que una buena o mala experiencia en parte tiene que ver con que salgamos de nuestras casas con todo lo necesario para hacer el recorrido más grato y así pasa:


  1. EN NUESTRAS CASAS


Suena un despertador,
casi una carcajada,
ya las cinco de la mañana
dando caña,
tanta que las sábanas
casi se alzan
al sentir la llamada
para quienes sin más patrañas
ya van pensando en dar al sueño
una pasada, recia, de vara.


  1. TODAVÍA EN LA CAMA


Y así todavía otros en la cama
nos adentramos con ganas,
como si fuéramos
el filo de las puntas de unas lanzas,
en las páginas
de ese libro que lleva por portada
aquello que se llama Marcha
a Millares, la copla, si existió, canta.


  1. ENTRE SILENCIOS


El silencio de la calle
es como una carcajada,
tan grata
que uno se llena de su gracia
con tal de ser en la madrugada
la luz de un faro,
sin más aguas
que aquellas que descansan
en una mochila preparada
para dar cobertura
a quienes sobre la espalda arrastran, sin tardanzas,
casi una casa.


Como si la marcha no hubiera nacido ya en el Corral de Rafel, el resto de excursionistas, unos 55, salimos desde el Parque de la Noria de l’Alcúdia,  tras pasar lista Ricard Boronat,  hacia La Parra, que por la noche parece que se encuentre en el otro lado del mundo.


En el grupo de partida se respira ese ambiente positivo de quienes tienen en la naturaleza un buen referente de como se debe llevar la vida. A todo esto el grupo se apiña entorno a Pepe, quien recuerda a todos  los excursionistas que comenzamos  ya, y de inmediato la Marcha


  1. CASI LUCIÉRNAGAS


Casi luciérnagas
los destellos delatan
a quienes, a dentelladas,
mochilas sobre sus espaldas,
esperan la solemne llamada,
cantinela vieja,
y voz recia
en la madrugada,
algo así como una ráfaga
del aire que pega en las caras
y nos cuenta sus penas largas.


  1. Y EL VIENTO NO RUGE


Y el viento no ruge
y la mañana avanza,
luces de colores
por la montaña
entre silencios se oye
casi un eco, unas palabras,
de Pepe que indica con calma
que aquí comienza la marcha.


Y así la noche
está tan llena de esperanzas
que todo  es oro o plata
así se pisen guijarros o malvas.


Ya en la senda las linternas empiezan a dar esa luz necesaria para no sufrir ningún percance. Con los primeros pasos la fila se alarga y sin más la luna con su resplandor nos delata. Se oyen ladridos de perros que en las casetas cercanas se han visto sorprendidos por el jolgorio de los excursionistas.


  1. SE AVANZA


Y así se avanza
en esa primera etapa,
dos horas
en un reloj
son como una pincelada
sobre un lienzo que delata
pisadas y más pisadas
en la negra panza
del espacio que construyen
quienes sueñan con hazañas
que el tiempo convierte en bocanadas
de humo blanco de fumaca.


Entre llanos y sendas empinadas, barrancos y vaguadas se avanza, ya  la luna casi perdida y la claridad del día llenando los paisajes, tanto que una cabra montesa se asoma al abismo por el cual desfilamos. Parece casi la silueta del toro de Osborne promocionando el barranco.


  1. LA LUNA CANTA


La luz llena
y la luna canta,
lunas luneras
a la cabra montesa que descansa
sobre el risco de una montaña.


Y la cuesta se alza
tan alta
que las paredes son murallas
en una vieja rambla
por la que lentamente baja
la voz del agua
pidiendo calma.


Un vergel de plantas se asoman a la senda casi como queriendo dar las gracias por ser visitadas. Algunas ranas saltan sobre las aguas de pequeñas charcas, sin lugar a dudas avanzamos por el Granotar y Majaespesa camino del Charco Claro.


  1. PEPE DIRIGE LA MARCHA


Delante avanza,
indica y señala
todo aquello que hace falta
para llegar a Millares
sin sufrir ninguna  baja.


Con solo alzar la mirada
se ve a Pepe
abrir las entrañas
de la montaña enigmática,
entre charcos
y casi cascadas
algo así como lo que hizo Moisés
separando con su vara las aguas.


Ahora Pepe se para,
mira, observa,
no fuera el caso
de que alguien quedara
rezagado y necesitara
de una mano amiga que le abra
la senda por la que marcha.


Las charcas y fuentes vienen a ser como el agua de esos oasis de los desiertos tan estimados por quienes
caminan por tierras hostiles.


  1. A UNA FUENTE DE AGUA CLARA


Así el agua
cabe en una jarra
de agua tan clara
que en ella se dibujan las caras
de quienes se abalanzan
sobre la charca.


Los juncos son
esa esperanza
que necesita el agua
para seguir creyendo
que es rey de una patria
con no más siervos
que un viejo sapo
y una inocente rana.


Pasamos entre corrales y abandonadas casetas con sus  sus techos, derrumbados, por los que pasa la luz del día y el agua de la lluvia. A su alrededor y dentro de los recintos crece la hierba. Las paredes caídas sobre el suelo  inundan los espacios indicando la decadencia del lugar y la emigración forzada de quienes por allí vivieron y  con el tiempo buscaron lugares nuevos donde emprender una nueva vida.


  1. ENTRE CORRALES Y CASAS ABANDONADAS


Se ve en las miradas
la tristeza
y se ve que faltan palabras
pues las piedras atan
la lengua sabia
para que no salga
aquello de canallas,
ya en la vieja casa de La Romana.


Tanta la tristeza, tanta,
así hasta las ramas
doblan su cuerpo y señalan
el lugar de la matanza.


El lugar es tétrico creo que le falta un monumento a la memoria de esas niñas que un día salieron de su casa para nunca más volver. El tiempo borra muchas cosas, entre ellas nuestras pisadas por la senda que caminamos, pero nunca los episodios acompañados de violencia extrema


  1. ENTRE SILENCIOS SE PASA


Y se pasa
entre silencios que matan
y se ve la casa
con sus vigas de madera
y chimenea revestida
de cal blanca
por el viento recortada
y se pasa entre silencios
como si la nada habitara
en unas tumbas cercanas
en el suelo excavadas
para dar descanso efímero
a unas niñas vilmente asesinadas


En una oquedad del suelo, remanso de aguas inexistente, se ve el cuerpo pudriéndose de una cabra montesa.  No sabemos el motivo de su  muerte, una caída, la vejez, una enfermedad, quizás un disparo, a saber porque  murió el animal y el por qué eligió ese lugar como sitio definitivo de descanso eterno.


  1. LA MUERTE Y LA BELLEZA


En un remanso
la muerte llega plácida
a una cabra montes clásica
y en el barranco la belleza
brota como si fuera
algo que lleva en bonanzas
del cielo azul persa
a la tierra magra,
hedor que brota en la mañana
como si dijera,
seréis lo que se ve
en este camino que lleva casi a otras patrias
si te empeñas en ello con templanza
y con saña rehuyes mi mirada.


Estos barrancos como el de La Parra y el de la Romana fueron escogidos por civilizaciones pasadas, anteriores al nacimiento de Cristo, como lugar donde vivir, preferentemente en las covachas y abrigos que sobre las laderas del desfiladero parecen nidos de águilas. Así se encuentran alrededor de estos barrancos restos, entre otros, en La Cueva de Primo, La Font Blanca, Matamón, El Pedregalet etc.


  1. LAS COVACHAS


Sobre las laderas del barranco
se abren pequeñas covachas
en las que vivieron
seres humanos
en otras épocas ya pasadas,
de ellos queda,
así nos hablan,
el polvo que las botas al andar levantan.


Conforme se empinan las cuestas  las piernas se hacen más pesadas y los pasos más cortos.  Es así como
vamos ascendiendo. Poco a poco y sin casi darnos cuenta el fondo del barranco se va alejando de la ruta
por la cual vamos caminando y con ello las panorámicas van cambiando.

  1. PENSANDO EN LA META


Uno piensa en la vida
y se queda
con aquello de disfrutar
de la belleza barata
que ofrece la naturaleza
al llegar a la meta marcada,
pues allí espera sin tardanzas
y entre holganzas
la respuesta clara
a la pregunta necesaria
¿valió la pena
salir tan de madrugada?


Tres perros salieron a nuestro paso. Dos de ellos abandonaron al grupo pronto como si su instinto de caza pudiera más que la presencia de esos seres humanos que a su paso salieron cerca de la Font de Alba

17. EN LA FUENTE


Beben agua los perros
sacian su sed cara,
lanzan la lengua,
casi mascan,
la superficie helada
del caro liquido
que a la luz salta
desde las entrañas
de la inhóspita montaña.


Bueno es saber que alguien nos cubre la retirada. En esto Guillem y Sergi lo hicieron bien en su papel.


Aunque esta no fue la retirada de Dunkerque, para muchos de nosotros si no hubiera sido por Sergi y Guillem que cubrían ese espacio, quizás hubiera habido retirada sin toque de trompeta, yo diría que desbandada. Bromas aparte bien por la juventud, tan bien enseñada en eso de obedecer a sonido de palmas.

18. EN LA RETAGUARDIA


Guillem y Sergi
en la retaguardia
vigilan por si algo pasara,
son parte de una armada
invencible y bien armada
con no más indumentaria
que esa que sirve
para abrir las entrañas
de la vieja sierra
tan necesitada
de una conquista grata.


Viene a cuento la chumbera a raíz de la epidemia que está asolando todo el territorio nacional. Comenzó por la zona de Murcia y actualmente ya está en la Comunidad Valenciana, el culpable es un insecto, la cochinilla carmín tan voraz como el picudo. Para más decir la cochinilla se usaba como tinte de pieles en la Edad Media.

19. A UNA CHUMBERA


A una chumbera se agarra
la vida ácrata
de quienes marchan
por una senda sembrada
de guijarros del tamaño
de pequeñas esmeraldas, opacas.


Mueren lejos las chumberas
y con desgana.
en las laderas maltratadas
de otras montañas,
en ellas la cochinilla del carmín
insecto que hiere y mata
se alimenta de sus entrañas.


Se va en fila india y en este caso la palabra está  muy bien empleada, dado que los lugares por los que hemos ido pasando se podrían utilizar para rodar películas relacionadas con el Oeste Americano, con sus indios y vaqueros incluidos.


  1. EN FILA INDIA


Así se avanza,
paso a paso,
zancada a zancada,
marcha el grupo,
y alargan
las siluetas, que andan,
por un barranco sin entrañas.


Ricard siempre aparece como el que no hace nada; es difícil alcanzar esa virtud que consiste en trabajar de valiente y que la gente no te eche en falta. Los cruces de camino son esos lugares por él elegidos para ver como pasa el grupo y en todo caso, de hacer falta, echar de ese manual de buen uso que él utiliza para socorrer en todo aquello que puede hacer falta. A mi paso por el coche alguien pide agua y Ricard abre el coche y llena la cantimplora de quien detrás de mi marcha. Bien por Ricard, todos sabemos lo pesado que para él ha sido organizar esta marcha y estar ahí ayudando en todo lo que se le pide.


  1. Y AVANZA

Entre pesares un amigo avanza
como quien no dice nada
siempre presto
en ello es de alabar su templanza
en dar buen servicio
y alegrar las miradas
de quienes esperan su llegada
no fuera el caso que hiciera falta
de ese comodín que esconde
en el fondo de unas mangas.


Su pesar acompaña
a quienes sabemos
lo mucho que pone
y como da la cara
a esos golpes de la vida,
casi una ráfaga de metralla en su alma.


No se si es una Ceja, pero a mí se me han caído en la bajada hasta las pestañas. Ceja es porque está encima de unos ojos los del río y porque desde su cima se ve el cañón del río.

  1. EN LA CEJA


Se baja a golpe de pisadas,
ya el blancor de las casas
iluminando la falda,
y como si fuera una cascada
de aguas bravas
se oye un rumor que se alarga
y en segundos se apaga.


Es la corriente de un río
que sueña, en su blanda cama,
con ser libre
y así lo canta.


Otro de los perros, de aquellos tres que hablé en su momento, nos acompañó hasta las aguas del mismo río Júcar, pero la corriente de éste para su desgracia fue un determinante de peso para que se quedara sobre el lugar inquieto y nervioso por ver finalizada su aventura antes de que esta acabara. Bien por el perro y me sumo a su tristeza, a estas horas a saber Dios por donde parará, yo pensaba que Juan Fernando en vez de regresar a por su estuche de gafas había vuelto con una gorra, una chaqueta, unos calcetines y con el perro corriendo a su zaga a grandes zancadas.


24. A UN PERRO


Y no ladra el perro
que sigue el rastro
y baja camino de unas aguas,
casi murallas.


Así el perro
casi mascota inesperada
se queda en las otras aguas
a la espera
de lo que se llama esperanza,
en que el río se seque
para volver a su casa.


Frías las aguas del río Júcar al final se pasan sin necesidad de ninguna vara que separe estas. Eso si, unos descalzos, otros como pueden y algunos con sandalias, todos pasamos hasta la otra orilla, pues ya Millares se adivina cerca. Blanco el pueblo, en su conjunto, resplandece como una llama que viene a apagarse en una pequeña cascada que desde arriba de La Ceja nos parecen las cataratas del Niagara


  1. SOBRE LAS AGUAS


Las pisadas
sobre las rocas resbalan
y el agua salta
y arrastra
cauce abajo se ven las miradas
de inquietas truchas
observando lo que pasa.


Uno detrás de otros
el río se convierte en avanzada
de quienes marchan
con la mirada puesta
en la pared granítica
por la cual se llega a la posada.


Seguro que este castillo tuvo sus damas, trovador y señor y quizás si preguntamos en el pueblo su fantasma vestido de blanco con su capucha y cadenas pesadas.


  1. A UN CASTILLO

Sobre sus murallas
la luna descansa,
y el sol se llena a mansalva
del olor de las plantas,
y sobre las rocas descarnadas
hace un hueco la mañana
para que en el duerman
dulcemente las lágrimas
de quienes ascienden
llevados por las ansias
de dar descanso a sus almas.


Así se ven las huertas sin más frutos que las ramas peladas y el suelo cubierto de una frondosa vegetación que a buen seguro haría las delicias de esas ovejas y cabras que salían a comer de buena mañana y volvían ya anocheciendo con el dulero de turno tocando las puertas para ir dejándolas en  las casas de quienes confiaban al pastor los animales.

27.VERDES HUERTAS


Y así se pliegan las alas
al llegar con tardanza
a las verdes huertas
de frutales y añoranzas
entre sonidos a rancias aguas
y jolgorios en las ramas
de negras urracas
llenas ellas de vida sana
a costa de quienes caen en sus garras.


Sobrio el edificio, un servidor, todavía espera ver cuando llega al albergue a  Agustín y su mujer saliendo al encuentro para saludar y hacernos compañía en esos momentos en que cansados nos sentamos para disfrutar de un merecido descanso.


Al llegar al albergue se nota que uno ya se encuentra en casa y como si fuera un bálsamo desaparece hasta  el cansancio.


  1. EN EL ALBERGUE


La vieja casona
con no más armas
que un cuchillo
y un viejo pela patatas
es la entrada
a un reino casi taifa
donde viven las musarañas
a la espera de que caiga
alguna araña
en el fondo de un vaso
en el que naufraga
la espuma que delata
a una fragata de cervezas
que quieren, en nuestro paladar, batalla.


Os dejo, sin más comentarios, con este pasaje del Quijote muy ilustrativo:


Mejor me está a mí una hoz en la mano que un cetro de gobernador, más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un médico impertinente que me mate de hambre, y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de holanda y vestirme de martas cebollinas. (Quijote, II, 53, )


  1. A UN GAZPACHO


Pata de cabra
sueños y lágrimas
la pasta sirve
para hacernos una idea
de la dureza de la vida
en estas tierras alejadas
de una civilización cercana.


En el plato se esconden las esencias,
aromas sin palabras,
que llevan a los condimentos
a ser respuestas heladas
que al mirarlos dicen: "Caramba."


Los hubo peores
uno oye en la mañana
mientras la cuchara rasca
y del fondo del plato salen
duelos y quebrantos,
lágrimas y penas
como si un duende habitará
en el interior del manjar
que nos llevamos a la panza cuando el hambre aprieta.


Las chicas han cumplido y de lo lindo, todas sin falta: Xelo, Gloria, Verónica, Celia, Violeta, Empar, Bienve, Eva,  Oreto, Silvia,  Juani, Felisa, Carmen  y Teresa,  que barbaridad como marchaban, algunas de ellas con un perro sabueso  pegado a las faldas.


  1. A LAS CHICAS POR SU FORTALEZA


Tan valientes las chicas
caminan con entrega
y tanto empeño ponen en su faena
que las cuestas del camino
y las bajadas por las sendas
las hacen a buen ritmo
como si en las piernas tuvieran
el motor de arranque de una motocicleta.


Un amigo del grupo dice que está es la última vez que hacia la marcha a Millares. Yo no le hago caso porque eso lo viene diciendo desde la primera vez en que los dos juntos allá por el año 1995 hicimos la primera vuelta. Tiene cuerda para rato y más teniendo en cuenta que al llegar al albergue, este año, Ricard le echó una cariñosa sentencia.


A UN AMIGO


Va más que Meló
y en el cuerpo lleva
aquello de que es diestro en subir pendientes
y bajar cuestas,
ya sea
por l’Alcúdia, Tous o  Montortal o el Vall de la Gallinera
o en otros lugares de la Ribera.


No se irá
pues sabe que los homenajes si llegan
son para los que ya no están
y descansan bajo un palmo de  tierra


Aunque él no se lo crea
tiene cuerda para rato,
yo diría que mecha,
y además para más sugerencias
se sabe el camino de la “a” a la “z”
como si llevara grabado
en el alma y en las piernas
cada trozo de ese largo camino
por el cual marchamos
apretando los dientes como si nos dolieran las muelas.


Como chiquillos solemos correr hacia el autobús para regresar a casa. Mientras unos duermen y otros cantan, vemos una película que parece sacada de las entrañas de algún arcón tomado por la polilla. La película  nos acompaña, durante todo el viaje. Como si estuviéramos en los tiempos del “Último tango en París” y la excursión fuera a Perpignan (Francia)


  1. LA VUELTA A CASA


Se alza la mirada
y queda la añoranza
en volver
a las mismas entrañas
de esa senda de pisadas
casi ahogadas
en un mar seco,
casi cascada de palabras que delatan
aquello que se llama
volver para sentir esa llama
que ilumina nuestras caras.


“Facio me vestro homine de bocca et de manus”. Así es como terminaban los homenajes en la Edad Media. En nuestro caso nos referimos a otro tipo de homenaje sin vasallaje ni acto de guardar armas, tener caballo y peculio con el cual poder mantener tropa.


  1. UN HOMENAJE


Hace falta realizar un homenaje,
así un jilguero canta
en la alta rama,
a todos aquellos,
sin más palabras,
que hacen posible esta marcha.


Sin tardanzas
un aplauso resuena
en estas páginas
tan pobres de metáforas
que ni el cielo
se viste de plata,
ni las cimas de las montañas
son ubres de cabras
ni el gazpacho
manjar con que cantar serenatas
bajo la luz de las estrellas.


Así y contado a mi manera se acaba este efímero relato. Espero que al año que viene podamos disfrutar de una nueva  Marcha sobre Millares, con todos incluidos, en ese viaje tan singular que tanto nos ilusiona.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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