Del llano a la montaña
se asciende
por una senda que se abre
sobre unos corrales
y calles
entre rocas
y matas de plantas
que sienten
la llegada de las corredoras
y de los corredores
pisando fuerte.
De transito hacia una torre
en la Cullera "Sucronense"
la luna se mece.
la luna se mece.
Ella sola
sabe
que en el destino
la noche huele
a amores perdidos
de enamorados amantes.
Moran en ella,
torre
madre de todas las torres
en su alma arden,
amores
que ya no se sienten
y llega
como si en la noche
Dios
Dios
tuviera parte
un Víacrucis
entre curvas que ascienden
hasta allí donde se vuelve
a dar la vuelta a la montaña,
con su cintura de mimbre
entre chumberas e higueras
así se recorre
esa senda que nos guía
más allá de donde
la montaña vuelve
a ser un camino asfaltado
entre chalets y calles,
y así
con la vista en el Faro
la noche
es luz apagada que se siente.
Paso tras paso
se vuelve
a subir
por una pendiente
por una pendiente
que tiene
un final agradable
entre fortínes,
y castillo
con sus duendes.
Otra vez
se llega
a ese zig zag,
a esas horas agradable,
con sus 14 estaciones.
Senda que se come
la ladera de un monte
que da con sus dientes
sobre un mercado,
zoco de tratantes,
zoco de tratantes,
ya Cullera
con olor a fiesta,
ya en sus calles
rumores
que indican ese punto final
a un trail,
25 de agosto,
el primero que en su noche,
sabe a algo más que a deporte.
Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario