La vuelta no fue fácil,
aun siendo las calles las mismas
olían de forma diferente,
no pasaban los carros cargados de mies
ni llegaban ni partían
los jumentos
de camino a los campos, fabricas de sudor y malos sueños,
y al atardecer,
con el sol todavía ebrio de calores
de regreso,
cargados con las fatigas
y a su lado casi lamiendo el aire suspendido del cielo,
ellos los paisanos, labriegos.
Tras las puertas de las casas ya no están ellos
ni ellas, los hombres y mujeres de aquel mi pueblo,
quizás esto solo sea parte de un poema roto,
presiento
que lo mío va para lejos,
como los ayunos y malas suertes
de las gentes aquellas de las que recuerdo
sus bondades a grandes espuertas,
sus honestidades a prueba de golpe de martillo sobre los roqueros
de los montes poblados de encinas, de chaparros, de matojos, de troncos de almendros secos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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