sábado, 13 de enero de 2018

POESÍA: EN LAS ANTÍPODAS Y CORRIENDO

Pensé con aquello
de que si hubiera sido Dios
hubiera construido un mundo nuevo,
con peces de los mares saliendo, cebras volando,
gaviotas en los tejados poniendo los huevos,
hubiera cambiado la tierra por el cielo,
los fríos por calores,
los polos por desiertos,
la muerte por la vida,
la riqueza por un buen credo,
así caminando me hubiera predispuesto
para gobernar el mundo con empeño de político bueno.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

POESÍA: SOBRE UNOS RECUERDOS Y UN PUEBLO “PINAREJO”


Que tu me entiendas es importante,
la tierra es así, tal agua cayendo del cielo
y resbalando por unas mejillas a la búsqueda del surco estéril,
así se siente, por dentro, el pobre labriego,
el hombre duro por fuera y frágil por dentro
en las tierras del Pinarejo,
en otros días de todo un poco, pastor, labriego, jornalero, león de presas fáciles
en los montes incultos de un pobre pueblo.

Así la vida, la nuestra, la de los Navarros, 
así nos hicimos herederos
de una historia con sus leyendas y cuentos.

Así el Castillo de Garcimuñoz crecía,
así nosotros en nuestra aldea, casi abrevadero,
seguíamos siendo 
en las cuesta del camino como el mochuelo,
con su mirada fina atinando a divisar a quienes venían desde lejos
para saciar su sed de riquezas y de poder sobre los pequeños pueblos
con sus gentes y ganados, todo en la calle Tercia,
depositado bajo llave,
con su candado y puerta de madera de olmo viejo. 

¿Quién no quiere a su pueblo?

¿Quién no dijo una palabra más alta que otra defendiendo
a sus gentes y con ello
el buen nombre que no es poco del lugar de su nacimiento?

El olor de los rosales lo llevo por dentro
en aquellas alamedas donde se perdían mis pensamientos
cuando camino del pueblo
pasaba por ellas
y oía como el viento
buscaba en mis adentros
su cariño por ellas, 
la naturaleza que es lo nuestro.

Panes con sabor a vida
tan grandes que no cabían en un cesto
con su leña, horneados
en un caserón muy viejo
y luego,
cual esmeraldas y zafiros en las alacenas escondidos
con ese celo
que hace a los pobres ricos en buenos sentimientos.

Así crecimos
solo queriendo ser aldeanos en Pinarejo,
pues no había más mundo que el que veía nuestros ojos, reflejos, 
cuando íbamos camino
de la casa de nuestros abuelos,
en aquella calle con tanta pendiente
y yo tan pequeño
que todavía recuerdo
los guijarros de la calle entre mis dedos
de los pies
pegados al suelo.

Y allí la casa con su corral
y en ella la oscuridad latiendo
como el corazón de un oso
como la matriz de una mujer joven pariendo.

De la casa su banca y una alta cámara
con arreos
que en otros días sirvieron
para que unos bueyes labraran
tanto y a tiempo
que todavía sus pisadas resaltan en los caminos por donde pasaron
hacia las tierras del abuelo. 

Si la suerte es esto,
me ha tocado a mí,
no hay impedimento
resaltar de aquellos días
todo lo que mis ojos vieron.

Las viejas escuelas
eran algo así como el paraíso de las aves que vuelan por el cielo
y Doña Pía, la mujer que me miraba con ese celo
solo propio de quienes velan con esmero
por enseñar las primeras letras a un sinfín de catetos.

Así la luz del día me llevaba, a destiempo,
 a un viejo cementerio
de tierra removida
con huesos tan descarnados que brillaban por fuera 
cual estrellas en la noche saliendo,
cerca tan de pronto, 
alta y esbelta la iglesia me producía desvelos,
al ver mujeres y mujeres entrando y saliendo, con sus velos
y ropas tan negras como el carbón que sacan de las minas los mineros.

Por allí la casa de mi tío Mariano  con su pozo y patio pequeño,
casi relamiendo el tañido de las campanas
que en aquel patio con su escalera que yo creía que ascendía al cielo,
sabía a gloria y con ello a domingos de terciopelo.

Había un bar y en el recuerdo una barra y una puerta y una cueva 
y siempre el lleno
por aquello que el vino del tío Florentino
era un elixir que servía para dulcificar los sueños
de aquellos hombres con tantos surcos en sus cuerpos
que en ellos se podría haber sembrado trigos y centenos.

En la plaza una tienda con su tendero
de todo un poco y así recuerdo
botas de sardinas, alpargatas, membrillo
y en el techo
bacalaos colgados
con su sal cayendo al suelo.
Yo me relamía a sabiendas de que en aquel pequeño universo
era como el rey sin corona
que esperaba ser atendido en su desespero
con una onza de chocolate, sobre el pan un duro caramelo
y otra casa en la plaza de mi tía Carmen me lleva dentro
hasta esos fondos de altos techo
donde un corral largo se quiere salir del pueblo
y en ella un patio y un vivero de plantas en sus tiestos
y allí una mujer ciega, la abuela, Juliana, a tientas diciendo
¿cómo estás hijos mío?
y con lágrimas en los ojos queriendo palpar mi pelo.

No se me olvida el viejo pozo con sus misterios
tan hondo que dentro
se dice que vivían seres extraños
y recuerdo
a las mulas y burras bebiendo
agua antes de salir camino de algún campo de tierra seco.

Tiento los arbollones en una pared junto a una casa y dentro
la del tío Eugenio,
algo así como un misterio,
la casa pequeña, engendra hijos e hijas
todos ellos, un día también del pueblo salieron.

Ya la dula por las calles, casi las ovejas relamiendo
el sabor frío de las mañanas antes de salir del pueblo
y en esto una calle la de las Cruces y por ella, a destiempo,
 bajando la pastora,
bruja que pare pedos,
con una barra curtiendo
la piel, casi terciopelo, de un niño,
yo,
pequeño,
a quien su hermano, Jesús, defiende, con mucho esmero.

No va el poema por otros asuntos que no sean aquellos
que convierten a un pueblo en la esfera de su testamento.

Así las eras con su mies y parvas y montones de grano sobresaliendo
casi a la altura de un molino, que veo, tallado con navaja de duro acero.

Me acerco hasta la posada tan grande con su posadero
y se me viene a la memoria y en ello
me recuesto
en un poyo que había junto a la entrada para ver a los titiriteros,
vendedores de garrapiñas en las fiestas de febrero,
para cuando la plaza se llenaba de carros 
y Santa Águeda era sacada por las calles del pueblo
como si fuera la primera dama y el resto
esa corte terrenal con albarcas y zapatillas hechas con lonas de carros viejos.

Un coche en la plaza y dentro,
¡que misterio!
la tía Inocenta
con su voz firme saliendo del cuerpo
entre besos.
Es un vago recuerdo
como el sabor del mosto, dulce en su momento.

A Manuel Yllan, lo recuerdo
como si fuera un judío
relamiendo entre los dientes oro, plata y dinero
y observo
el bar de la plaza subido sobre el resto de casas del pueblo
con Francisco, su tabernero,
empeñado en dar de beber y de cobrar por ello
lo que fuera menester
con ese fin propio de quien cree en su oficio
y se vanagloria por ello.

Por la Carrera saliendo
un constructor de carros y un carpintero
de lápiz gordo y clavos como espadas hiriendo.

No falta en esta historia el estanco, ni Olegario, el estanquero,
 de todo un poco, casi Nuevo Centro,
con aquel hombre de hablar fuerte, 
que preguntaba entre sonrisas y aprecios
por la familia y me encomendaba que diera recuerdos.

Me llego en esto  Pitune, Juan José, por cierto 
con su boina y apego
a las bromas y al juego.
Era algo así como el alma de aquel viejo pueblo
en el cual Lunares se crecía por dentro.

¿Y la nieve y su blancura con sus fríos eternos?
Si nadie pregunta yo no hablaré de ello
aunque recuerdo
a mi padre abriendo un camino que llevaba lejos
mientras en la radio se cantaban números
 que en Navidad sabían para algunos a besos.

Así el pueblo no era pequeño
ni los pozos de agua llenos
servían para otra cosa que ayudar en aquello
de beber de sus aguas y casi de juego
para quienes en su brocales buscábamos dentro
nuestras caras casi de cemento.

Había un camino y un campo lleno
de aromas de esos
que al mascarse sabían a regaliz y con ella dentro
pasábamos los días relamiendo, la raíz fértil, escarmiento,
para quienes sin gloría en ello
marchaban a casa sin aquel postre y alimento,
por no tener fuerzas para sacar de los interiores del terreno
ese manjar de dioses tan efímero como bueno.

Para los veranos el sol ya saliendo
en los patios convertidos en aseos
se calentaba el agua en las artesas y cubos de latón viejo
 y con ella
nos lavamos el cuerpo
de arriba hacia abajo y también con vinagre,
creo que el pelo.

Guardo en mis adentros
el olor de los geranios, del jamón y del queso,
de los mojetes y potajes y en ello del pollo frito y del conejo.

Me viene a la memoria una cartera
que yo lancé camino de la escuela hacia el cielo
y a mi hermano corriendo
hacia un jardín con pozo y pocero,
casa solariega de ricachones
donde sirvió de mayoral un día el abuelo.

Solo guardo buenos sentimientos
y acabo en esto
con aquello que decía un niño,
yo de pequeño,
para cuando de Pinarejo saliendo
preguntó que era aquello del Puerto de Contreras,
en la noche algo así como el camino que llevaba del cielo al infierno.


Autor: Jose Vte Navarro Rubio

HISTORIA DE UN COMBATIENTE DE LA DENOMINADA QUINTA DEL BIBERÓN

Mi padre siempre contaba una historia que tenía que ver con la guerra civil y con su participación en ella, como componente de la quinta del biberón. Esa historia tan repetida transcurrió durante su periodo en el frente, cerca de la Ciudad Universitaria de Madrid y del cerro Garabitas,,Casa de Campos junto al puente llamado de los franceses y al lado de la carretera que iba y va a la Coruña.

Mi padre recordaba esta canción:

Puente de los Franceses

puente de los Franceses
puente de los Franceses
mamita mía nadie te pasa, nadie te pasa.
Porque los milicianos
porque los milicianos
porque los milicianos
mamita mía que bien te guardan, que bien te guardan
Por la Casa de Campo
Por la Casa de Campo
Por la casa de Campo
mamita mia y el manzanares, y el manzanares
Quieren pasar los moros
Quieren pasar los moros
Quieren pasar los moros
mamita mia no pasa nadie, no pasa nadie
Madrid ¡que bien resistes!
Madrid ¡que bien resistes!
Madrid ¡que bien resistes!
mamita mía los bombardeos, los bombardeos
De las bombas se ríen
de las bombas se ríen
de las bombas se ríen
mamita mía los madrileños, los madrileños.

Bien es cierto  que con 17 años por aquellos días de 1937 el niño convertido en hombre, por arte y gracia de las extrañas casualidades de la historia, lo pasó mal como consecuencia de la huida al otro bando de un soldado al servicio de la República que tenía en el otro frente,  a escasos 100 metros de distancia, a familiares cercanos que combatían en el mismo bando. Este hecho, tan insignificante, en apariencia, es el que desencadenaba el relato que mi padres nos contaba, a mi y a mi hermano, de forma repetida y sin variar una sílaba a sus 96 años, poco antes de morir el año pasado.

Justo por aquellos días los de su muerte, mi hijo encontró en internet una dirección a la cual yo acudí y allí observé que figuraban unas referencias que tenían que ver con un sumario.

Después de casi un año de espera he conseguido por fin recibir la documentación correspondiente y la forma de pago de 197 folios de papel, copias, 57 euros, que me servirán para vivir esos momentos que mi padre nos contaba con este final: Me las vi apuradas por culpa de un malnacido que dio un chivatazo de algo que yo y otro compañero no habíamos hecho.

Hasta en las trincheras había envidias y recelos entre los propios combatientes de un mismo bando, las diferentes ideologías, comunistas, anarquistas, socialistas, republicanos y llamados a quinta con carácter obligatorio debieron crear un caldo de cultivo difícil de manejar.

Estoy deseando que ese legajo de papel llegue por correo certificado a mis manos, lástima es que mi padre no lo haya podido leer, pues su lectura le habría producido placer. Mi padre estaba curado de la guerra, nunca le oí comentarios que no fueron más allá de lo que se pueden calificar como normales en quien a base de grandes sacrificios supo superar esa tragedia que dividió a un País y arruinó la vida de muchas personas.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

viernes, 12 de enero de 2018

POESÍA: EN LA NOCHE FORRADA DE POEMAS INACABADOS



Ya solo es posible
Encender una luz
En la noche
Forrada de poemas inacabados.

Allí donde vamos
Solo tienen cabida
Los nuevos versos
Esos que se construyen
Como un rascacielos
Rompiendo el espacio
Entre ruidos que anuncian
Que el ser humano
Tiene culpa de ello
Por ser un conquistador
Siempre por fuera y por dentro
De lo desconocido enamorado.

Ya solo es posible creer
Que un día nos amamos,
Así caminamos
En este pequeño universo
Al cual un día nos asomamos

Anunciando que habíamos nacido
Y que aquí estábamos
Para lo bueno y malo.

Si se abren nuevos caminos
Que estén asfaltados
Así sabremos hasta que punto
El mundo es tal y como lo imaginamos

En la esfera de lo posible
Cual clavo
Estamos sujetos al espacio
En el cual a golpe de todo tipo nos clavaron

Por eso me asomo
A la vieja plaza
Antaño mercado
Para ver si veo
En el poyo encalado
Al hombre que llevaba entre sus manos
Viejos sueños robados

Allí las farolas
Son los fértiles árboles
En el cual las palomas
Vigilan al milano
Que surca los espacios
Como si su vida estuviera poblada
De deseos mundanos.

Por la vieja plaza
Ya no pasan los carros
Se los tragó el progreso
Queda el descanso
En los viejos poyos sin amos.

De la vieja plaza su pozo
Fue algo más que un hoyo excavado
Para sacar agua
Con que saciar la sed
Del bestiaje y ganado.

Así la mañana rompe el encanto
Del trazador de líneas
Y grafías sobre un papel arrugado


Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

jueves, 11 de enero de 2018

POESÍA: CORRÍAN POR LA CALLE LOS NIÑOS

Corrían por las calles los niños,
mies en las eras
y en los campos tallos duros
de cardos borriqueros
algo así como un poco de tomate con sal en un lebrillo.

Por las sendas, vegas, prados y cerros duros
cantaban los jilgueros,
y entonaban los grillos
seguidillas y rumbas que eran del viento algo así como su estribillo.

Sumas y restas
en la escuela recitaban las niñas y los niños
con tanto ahínco
que el maestro se siente Séneca
y la maestra Juana de Arco apunto de someter al inglés, su enemigo.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio



POESÍA: ¡Joder que susto!

¡Joder que susto!
creí que escribía un poema
y me salió un exabrupto
tan corriente él
y tan diluido
en melaza de miel
y en potingues comprados en un ultramarinos
que confundí
París con Roma
y puse un laberinto
en Venecia por aquello de ser una isla en mitad de un mar tranquilo.

Grecia es algo así como el País de los pobres que fueron ricos
allí los silencios
crecen por minutos
entre llantos de niños,
gritos de pobres pidiendo pastillas con que conciliar sueños absolutos
y gozos compartidos de los países europeos más ricos.
Por Grecia daría
una bolsa de canicas, una trompa de madera de carrasca al fuego convertida en hierro duro
y unos chavos negros de la época en que mandaban en España reyes absolutos.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

miércoles, 10 de enero de 2018

POESÍA: NO TE CREAS QUE LA NOCHE TRAE PENAS

No te creas que la noche trae penas,
no te creas que siempre cuando llueve crece la hierba,
no te creas que el trabajo dignifica,
no te creas que el sol y la luna
salen y se ponen sin pedir a nadie cuentas,
no te creas lo que dicen
ni te creas que a poco más que escriba
se sacia el hambre de quienes llaman a nuestra puerta
y reciben como respuesta
un portazo que estremece al planeta llamado tierra.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

POESÍA: A POCO QUE SE MIME EL POEMA SE ALEGRA

A poco que se mime el poema se alegra
tan contento
se desmelena
como si en su interior tuviera
una noria siempre dando vueltas.

Corren los versos
preparan su puesta en escena
y lo hacen con empeño
y ganas
y con tanta sutileza
que ya no puede
hacer otra cosa
el alma del poeta
que comerse sus penas.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

martes, 9 de enero de 2018

POESÍA: VERTICAL GANDÍA 2018

Vertical Gandia 2018
lejos el premio es la meta,
tras el llano,
tras la senda,
tras la vaguada, la recta,
la curva y llega
la alta montaña,
y si se pelea queda
el sabor a menta, fresa,
en los labios algo así como una perla
esperando ser rescatada del fondo marino donde aprendió a ser discreta.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

POESÍA: LUCÍA EL POEMA SUS MEJORES PRENDAS

Romántico él
en otra época
lucia el poema
sus mejores prendas,
cual flor en su juventud fresca,
cual gacela corriendo por la pradera,
cual cebra con su cuello esbelto comiendo estrellas,
cual hiena llorando en una noche negra.

Romántica ella,
joya suprema,
con su poblada cabellera
así camina la mañana
y se impregna
de las ansias de vida
del joven que piensa
con llegar hasta allí donde solo llegan los últimos peldaños de una escalera.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

POESÍA: EN SUS OJOS BRILLA UNA ESTRELLA

Y en la tierra
tan cogidos a ella,
raíces, tallos, hojas verdes en sus crestas
los árboles llenan la esfera
de lo posible,
que es nuestra existencia.

En sus  ojos brillaba una estrella,
pudiera ser ella
la última luz que vean
aquellos que se dejan llevar por el sentir de las masas,
hasta allí donde la nada es algo así como una orquesta
sin músicos ni pasarela.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

POESÍA: EN TIEMPOS DE REBAJAS MERMAN LOS VERSOS

En tiempos de rebajas merman los versos
en esos momentos
en que asumimos y nos convencemos
que somos como las aguas que corren lejos
parte de un río, casi cauce eterno,
que de tanto sentirse lleno
un día se da cuenta de que todo aquello que viajó por su seno
fue a morir allí donde abren sus ojos los mares eternos
que comen de todo aquello
que cae en sus sauces parea cuando merman los versos.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio

POESÍA: BUSCANDO EL CANTO DE LOS ÚLTIMOS JILGUEROS

Así como la tarde cae,
así me fui corriendo,
entre naranjos de hojas verdes,
caquis en el suelo,
ajos tiernos,
bellotas de una encina cayendo,
por un barranco voy,
sin agua me siento el rey de los senderos
y mi perro
el lazarillo que me guía tal ciego
que camina sin rumbo
a lo cierto
buscando entre los campos
el canto de los últimos jilgueros.

Autor: Jose Vte Navarro Rubio

POESÍA: Y ELLA VENDRÁ COMO LA LUZ

Y ella vendrá
como la luz trayendo
la alegría que habita
en el interior de un cuerpo,
sonrisa en las mejillas,
en los ojos estrellas luciendo,
las noches largas,
los días casi eternos,
en mayo las azucenas se visten de gala,
así enamoran a los sedientos,
mayo, en sus comienzos,
entre gemidos nacen los soles, al tiempo
que las lunas se van trotando entre las nubes que habitan en el cielo.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio 

POESÍA: NI ME MARCHÉ NI ESTUVE LEJOS

Ni me marché
ni estuve lejos,
ni el poema se esfumó
ni mis manos son sarmientos
de duras cepas
y de uvas cubriendo el espacio que hay por encima del suelo.

No se fue la torre
ni las campanas se fundieron,
no brotan los silencios
allí donde gritan los memos
ni la escoba barre más allá de lo certero,
el estiercol en el suelo,
el papel y las hojas de terciopelo
de las higueras que había en lo alto del cerro.

Autor: Jose Vte Navarro Rubio

POEMA: NO ERA Y ME LO CREO

No era el poema tal y como lo leemos
ni el pan amasado en harina, negro,
como el carbón que da calor en el fuego.
La página rota,
el silencio,
la mano que mece,
el puño que rompe el hielo,
no era,
tal como lo veo,
el puente de acero
ni la cornisa ni el alero,
ni los besos que se esfuman en los largos inviernos
a través de los ventanos de un patio de geranios muertos.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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