sábado, 19 de mayo de 2018

POESÍA: A LOS/LAS MAESTROS/AS DE TODA LA VIDA

Mis competencias construidas
sin mas alquimia que el trabajo,
la memoria creativa,
la soledad de quien pica palabras,
de quien con las matemáticas se anima
a hacer con ellas un sinfín de axiomas y de teorías,
así se construye una vida
de quien tras los libros se proyecta,
de quien sin más puntos de vista
que aquellos de que con el esfuerzo se llega a la meta perseguida
hinca los puños, sobre la tarima
mientras por su piel se destila sabiduría.

Pobre del maestro,
el de toda la vida,
dando vueltas a los boletines,
descifrando lo que doctos señores le indican.

¿Qué queda de su punto de vista?

La de quien piensa
y sabe
lo que delante de él se avista,
un rumor de niños y niñas
a la espera de la traza de la tiza,
de la voz de su genio,
de la pregunta que indica
que hay enseñanza activa
más allá de unas competencias,
así de clara es la risa
del viento que trae otras frescuras
las de una aldea
y en ella una maestra caritativa
limpiando los mocos a quien de ella esperan que les lea una poesía.

Autor: Jose Vte. Navarro Rubio



POESÍA: EL NIÑO QUE BUSCABA SUS CANICAS

Por soñar que no se diga,
con la Trompa de Eustaquio,
con el agua destilada del alquimista
con Falopio,
con viejas teorías,
las de Einstein, convertidas
en azote de quienes nos dominan.

Y soñé, así la memoria me indica,
con un palacio de chocolate
con su princesa cautiva
en una torre de nata
tras una ventana que domina
a los verdes prados
con sus ríos de corrientes de leche cristalina.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio





POESÍA: EL NIÑO QUE BUSCA SUS CANICAS

Y el mundo abierto como una mandarina
y en la rama una sonrisa,
la piel sin flor,
el alma con aristas,
como zumo la soledad que anida
sin más teorías, sin más preguntas,
ya me indican
que el reloj con sus saetas se mueve en un nuevo día.

¿Quienes somos?
......del ser la nada,
y sin nada
no hay quien diga
que esta boca es mía.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio





EL NIÑO QUE BUSCA SUS CANICAS

Le faltó el aire,
la tristeza construía
pozos y lagunas,
entre soles que caían,
entre miradas,
entre salmos y aleluyas,
a cada cual a lo suyo,
la sal y el azúcar,
el perejil y la canela
y con ello así me indican
en la mesa la comida.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio




POESIA: EL NIÑO QUE BUSCA SUS CANICAS

A lo poco que se no fue una huida,
los tejados no sirvieron
para que el gato teja tras teja se alejara,
no fue lo que se indica
un paseo, una caricia,
una voz caminando entre espacios,
casi una barca a la derriba,
esta es así la vida,
el prologo, la página,el fin que indica una rutina,
la de la ciudad construida por quienes sobre los espacios dominan.

Las luces que caían,
las voces con sus prisas,
las pisadas gigantes,
los gritos de las tuberías,
los calores y los fríos,
todo anida,
en la memoria del niño que busca sus canicas.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio




POESÍA: EN SUS PRIMEROS DÍAS

Y crece
y en su empeño se muestra
como el bebe que necesita,
de la voz,
de las sonrisas,
del tacto y caricias,
comida,
de aquello con lo cual
llenarse de vida.

Reina la paz,
entre silencios,
la luz cayendo
su sonrisa,
así mira,
así ella observa,
y se anima,
nos cautiva.

En lo que sea
y se diga
ella suma,
día tras día,
horas, segundos
y minutos, en su corta vida.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

POESIA: POCO IMPORTA LO QUE SOMOS

No fue el poema
a la palabra,
no fue a pedirle ideas,
no fue el silencio
a la boca del muerto,
no fue la oscuridad al ojo
ni fue el olor a los labios,
nada fue como se cuenta,
en nada se hace la noche,
en nada nacen los silencios, explotan y en el cielo se diseminan,
en nada la palabra sirve para otra que no sea
decir que somos seres humanos, ilustradores de un planeta, casi pesadilla.

Poco importa lo que somos,
poco o nada,
tan poco importa,
que aunque tengas alguna que otra idea
con la cual construir una teoría
con el tiempo esta quedará convertida
en adjetivo,
que no en nombre,
por aquello de ser diferente,
en algo,
en lo que sea,
que más da lo que de ello se diga.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

lunes, 14 de mayo de 2018

TEIA: LUZ Y BRILLO

Decir Teia
y en ello luz y brillo
y así
su madre,
Mireia,
 y su padre,
Ximo,
los tres juntos.

Ellos unidos,
tal cual
el frío
como castigo,
en un día,
horas y minutos,
entre esperas
como quien
se siente atraído
por ese sol,
casi Dios investido,
del nombre Teia,
con el cual se vino al mundo.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

domingo, 13 de mayo de 2018

LA PAELLA GIGANTE GALBIS


Resultado de imagen de LA PAELLA GIGANTE GALBIS "NAVARRO RUBIO"

La broma de la que nació un récord mundial
Galbis rememora en sus memorias los primeros años de su reto culinario que acabó en el Guinness

Carles Senso L'alcúdia 13.05.2018 | 02:04

Antonio Galbis junto al actual rey de España y Letizia Ortiz, ante una paella gigante. levante-emv

Antonio Galbis. El cocinero afincado en l'Alcúdia se convirtió en 1980 en un referente mundial con una paella para miles de comensales. Su osadía le llevó al Libro Guinness de los Récords. Sin embargo, pocos saben cómo nació aquel reto. Lo relató el ribereño en sus memorias, recopiladas por Martínez y Navarro.

«Si l'any que ve torneu a organitzar aquest concurs, jo us oferisc, fora de concurs, cuinar una paella gegant per a 1.000 persones, així no haureu de cuinar les deu o dotze paelles per als fallers i convidats. Ací queda això, dit està!». Las palabras, medio en broma y medio en serio, de Antonio Galbis, pronunciadas en 1979 en Guadassuar, entre amigos, acabaron llevándole a superar dos récords Guinness. Mucho se sabe sobre aquellas paellas gigantes para más de 100.000 personas que llevaron al cocinero arraigado en l'Alcúdia a convertirse en un referente mundial. Sin embargo, sólo la publicación de sus memorias ha desvelado el inicio de aquel camino situado entre el emprendimiento empresarial y la utopía gastronómica. «Antonio Galbis: «Història d'una il·lusió», ha sido escrito por Ximo Martínez Ortiz y José Vicente Navarro Rubio pero sobre la base de las memorias que, justo antes de morir, dejó el cocinero ribereño. El libro pertenece a la colección «Gent d'Ací» que edita el Ayuntamiento de l'Alcúdia y supone hoy un viaje a la mentalidad de un chef con un pasado humilde que nunca dejó de pensar a lo grande, a pesar de que aceptaba que, en sus inicios, los fogones no eran lo suyo.

El comentario de Galbis caló en algunos de los presentes y Lorenzo Millo lo publicó en este periódico. Una vez quedó plasmado negro sobre blanco, el compromiso adquirió seriedad y se empezaron, no sin reticencias y miedos al fracaso, a buscar las herramientas para hacerlo posible. Aquellos «locos» de la imaginación (Galbis se acompañó de Antonio Cogollos) encontró a Clausi, un trabajador del acero que, ni mucho menos, consideró que aquello debía quedar en agua de borrajas.

Sobre el resto de la historia se han escrito muchos párrafos. De aquel día al récord Guinness pasaron años de experimentación. También de críticas (sobre todo iniciales) de algunos que consideraban que aquella osadía cargaba contra la esencia del plato gastronómico más característico del pueblo valenciano. Sin embargo, Galbis demostró que el tamaño no estaba reñido con la calidad. Y eso que el cocinero de l'Alcúdia aceptaba que aquello era todo un mundo por descubrir: «Cocinar una buena paella no es una labor nada fácil, lo sé por la propia experiencia. La paella es un plato polémico, usando los mismos ingredientes unas salen mejores que otras. Nunca hay dos iguales», relata en sus memorias.

Las críticas no llegaron solas. A principios de la década de 1980 formó la sociedad familiar Paelles Gegants Galbis SL y llegó a cocinar unas veinticinco paellas al año, «de las que no llegué a cobrar ni la mitad», rememora en el libro, para añadir poco después: «No era un negocio ni lo veía por ningún lado, pero sí que era publicidad que, a la postre, también es dinero».

Con el tiempo, Galbis contabilizó más de medio millar de empresas dedicadas a la cocina de paellas gigantes. Lo que en un principio pareció un ejercicio de kamikaze empresarial, después fue un negocio sin parangón.

Galbis, con el tiempo, no se sintió satisfecho con su atrevimiento y también acabó lanzándose a la confección de una «fideuà» gigante. La primera vez fue un 24 de agosto de 1982 en Gandia con motivo de la celebración del Día del Turista. Se confeccionaron exactamente 2.000 raciones. Ya no paró y hasta su fallecimiento siempre estuvo vinculado a las paellas más grandes. No sólo de tamaño.
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