sábado, 16 de febrero de 2019

POESÍA: A HELGOLAND PEQUEÑO PARAÍSO II

Entre conflictos
se divisa la isla
sumisa en el desprecio de guerras pesadas
que hicieron de su suelo
cráteres abiertos
que sirven para plantar recuerdos.

Hoy hablar de aquello
de todo lo que tiene que ver con el pasado
no importa
y así en lo cierto
continúan volando las aves
son objeto de las trampas y cebos
en Helgoland, isla, en un mar adentro.

Nombrar, quiero,
esa isla
rota, por fuera y dentro
en manos de quienes la poseen
laboratorio al servicio
de algún plan secreto.

Traer hasta aquí el roce de las olas
rompiendo contra el suelo
su mundo interior
casi siempre lleno de quejidos y lamentos.

Necesito las llaves de ese pequeño islote
ser el barquero
de la última barca
llevando y trayendo todo aquello
que convierte a la isla en un gran verso. 

Debe haber en algún lugar concreto
ese cordel que sirve de entendimiento
entre la isla 
cual otros la conocieron
y tal como ahora es
cuartel del frío en todos los otoños e inviernos.

Es preciso hacer de la isla
la casa de las aves que escapan de sus encierros,
lugar concreto,
donde lo efímero
sea algo así como un gran barbecho
en el cual solo crezcan los liquines y helechos.

Es una estrofa lo que veo y siento,
de un gran poema
y en sus versos
el ardor de los grandes guerreros
saliendo de sus tumbas
y combatiendo
por la isla, 
monumento, 
hogar de antepasados
que en ella nacieron.

Necesito saber que estoy en lo cierto,
que la isla existe,
que grandes batallas la convirtieron
en un monumento,
que en ella viven las aves que se comen los remordimientos,
que de ellas salen anilladas
llevando en sus picos sujetos pócimas y medicamentos
contra los males del mundo entero 

Necesito, tocar,
el duro cemento de su puerto,
allí donde las hormas de los zapatos
dejaron improntas que no borra el tiempo.

Y me iré
sin más peguntas
que las que llevo dentro,
así sean las dudas
los pilares que hacen pequeños a los pueblos,
y me serviré para ello
de lo que aprendí y atesoré a lo largo de los años
desde mi nacimiento.

Autor: José Vicente Navarro Rubio


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