¡que bella!
con sus calcetines de lana,
con su rebeca
de manga larga,
albarcas de tela,
pañuelo de seda
sobre la cabeza
y una sonrisa
de oreja a oreja
Ordeñaba a las ovejas
con gracia
y
gentileza
del pastor
que desde cerca
observaba
con mirada de hiena
aquellas manos suaves
que con tanta delicadeza
cogían el pezón
y sacaban con paciencia
leche tan fresca
como el agua de la torrentera
cerca del pinar de la condesa.
Pan tierno
hogaza
y tienta
la noche con su manto,
la mañana con lluvia de seda
los andares de la tarde
que llevan
al casino
donde habitan
los vinos en las cuevas
Resumiendo
se come las letras
y queda
la sopa tan boba
que una tortuga se alegra
por aquello
de no ser ella
la tonta del bote,
el bobo de la Carrera
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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