domingo, 14 de octubre de 2012

POESIA: REFLEXIONES PINAREJERAS


No oigo trino de gorriones
ni los hombres de las eras llegan
con el botijo en la mano
y el cuerpo con olor a trigo y avena.

No veo a las mujeres en las puertas
hablando de la matazón
de ese gorrino
que en la gorrinera espera
que vayan a por él
para llevarlo a una matanza cierta.

Las calles ahogadas de palabras
que no nos llegan
son en una noche con luna llena
parte de este paisaje que nos acompaña
y del cual Dios quiera
dure años
pues conforme está España
bueno es encontrar un sitio
donde poder dejar caer las posaderas.

Vienen de las casas viejas murmullos
y ya mi alma en pena
me refugio en el casino
y me bebo una cerveza
a la hora que la fuente de Pinarejo
se alza
como si fueran las sallas de una fallera
y nos enseña sus enaguas blancas,
agua primorosa
que por sus piernas resbala
y llega hasta la misma tierra.

Cerveza fresca
de la cueva o de la nevera
con tapa acertada
y tertulia buena
que a mi me llega
y como si el tiempo fuera oro
y la noche de verbena
dejo que el reloj camine
como cuando mi padre iba camino de las Canteras
para ver la vid
y comprobar como la filoxera
se había llevado el trabajo, los dineros
y había dejado un puñado de miseria.

De todo se habla en la barra
y sin levantar banderas
ni españolizar la cerveza
unos y otros comentan asuntos de la siembra,
de esa agua
que se dice que para los campos es buena
y luego pasa veloz camino de la Alberca,
y de las pasadas fiestas
con toros, procesión y baile hasta romper uno las caderas.

¡Venga otra ronda!
que viene sin levantar la cabeza
al tiempo que en la televisión se anuncia
con una cierta soberbia
que en España quien protesta
poco más o menos es porque no tiene vergüenza.

Me da pena
escuchar tonterías
y como quien se hace el tonto
aleteo las orejas
pues la campanas suenan
anunciando misa de las buenas
mientras en la barra
entre añoranzas y recuerdos
se comenta
que en Pinarejo hubo un personaje
llamado Pompeyo Hernaiz
que durante la guerra
hizo más por Pinarejo
que la legión extranjera.

¡Madre mía como esta el patio!
mientras en La Alberca
la banda toca
melodías y pasacalles
que a mi me suenan
a fiesta.

Todos a una y sin más comedia
se alza la tertulia
y como si hubiera toque de retreta
se queda el bar vacío
y la plaza tan quieta
que se podría cortar con una navaja
como si fuera de mazapán
y estuviéramos en Nochevieja. 

Ya en la Solanilla
me giro y miro las banderas
y veo que falta la republicana,
mecachis,
pues es tan bella,
que Paco Arenas la colorea
de rojo, amarillo y morado
a la antigua usanza,
aquella que en su blogger parece un pavo real en fiesta.

Autor: José Vte. Navarro Rubio


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