martes, 8 de julio de 2014

POESÍA: DE PASEO POR LA CIUDAD DE GRANADA Y POR LA ALHAMBRA EN EL PASADO FIN DE SEMANA



Voy hasta Granada
con mucha fe
¡Tanta y tan grata
y esperanzas
de ver la ciudad
y asumir su grandeza
y con ella
la de su conjunto monumental
de nombre conocido
como la Alhambra!

A todo esto nos lleva
desde la ciudad de Valencia 
rayando el filo de la madrugada
un tren de alas negras
que rompe los espacios
entre sonidos a mordientes carcajadas
y fríos glaciales en un vagón-cama.

Todo vuelve a la calma
cuando ya en Granada
nos lanzamos en comparsa
a recorrer la ciudad
casi encantada
dotados de las nuevas tecnologías
que nos acompañan
entre un laberinto de casas
con sus patios, jardines y plantas
colgando de las paredes
y expandiendo sus olores
por las callejuelas al tráfico rodado cerradas.

El reino de Granada Zirí y Taifa
del siglo XI, avanza,
en esta mañana
en que entramos en Granada
desde el levante peninsular
donde un Rey Jaime I,
conquistó lo que por delante se le presentaba
imponiendo Cartas de poblamiento, vasallajes y diversas alianzas.

 Pero estamos en Granada,
año 1031 de una nueva saga,
ya por aquellos días
a los que se remite la fecha señalada
desmembrado el Califato,
en más de treinta reinos taifas,
siendo lo que vemos,
y se extiende hasta más allá de las montañas
con llanos y ríos y casas,
de todas las perlas moras
y de todas las perlas del mar sacadas
la más codiciada.

Tras tres siglos de historia
ya el califato navegando
en la memoria de los libros enterrada
y de las palabras
en las piedras gravadas
una nueva medina se levanta en Granada
por unos bereberes procedentes de Ifringiya, Zirís
y de la rama Sinhaya
que no dudan,
pues saben lo que en ello ganan,
de aliarse sin mas tipos de trabas
con los elvirenses de Granada
y de este pacto
y de esta alianza
casi santa
surgen tributos, fidelidades y sumisiones
que dan lugar a una grandeza inmediata
que se traduce,
traductores en la corte no faltaban,
sin necesidad de más lengua que la palabra,
en la construcción de una nueva alcazaba
y de una mezquita Mayor
para gloria de los que mandaban
y necesitaban de abluciones y oraciones diarias.

La ciudad se expande hacia los llanos
y para finales del siglo XI
los mulaties se erigen en dueños de esa ciudad
desde siempre por todas añorada,
al tiempo de los tiempos,
¡que siglo y que pasada!
que Alfonso VI la somete a la fuerza de sus armas
y exige tributos,
como quien pela una naranja,
a los mandatarios en esos momentos del reino de Granada.

No faltaba de nada
en el Reino de Granada,
ni judíos encargados de las fianzas,
ni cristianos como esclavos, mercaderes o soldados de la guardia,
ni árabes de todos los reinos
establecidos en su ciudad santa,
ni bereberes de los desiertos
llegados a Andalucía para convertirla en una tarta,
ni esclavos negros y blancos,
mozárabes a expensas de lo que en cada momento de la historia pasaba,
y si por si algo se queda en la cesta de las manzanas
también muladies convertidos al islam
renegando a su fe cristiana.

Como una perla
tomada por el color rojo de la mañana
la Alhambra se alza
sobre una colina que le sirve de apacible cama
y junto a un río Darro
que junto a ella corre
y de pasada
se entretiene reflejando en sus aguas
las historias y fábulas
que sobre la Alhambra
se han escrito siempre para realzarla.

Protegida por montañas
y rodeada de bosques
en los que los árboles agitan sus ramas,
desde más allá de sus murallas
ya sea por los  atardeceres
en que se viste del color
que la luz le regala
o por que ella sabe desde que fue conquistada
que se debe a todos aquellos que en ella buscan perdidas calmas,
ya sea por todo ello
la Alhambra me revuelve el pensamiento
conforme me acerco y ella se agranda.

Residencia Real y Corte de Granada
a lo mínimo que por ella avanzas
la Alhambra te enamora
si bajas la guardia
al igual que un día lo hizo con Alhamar
que por allí pasaba
y allí se quedó como quien no teniendo casa
necesita de una nueva morada.

Ciudadela con el tiempo fue,
los siglos XIII al XV,
así de ello hablan,
y tuvo por ello Alcazaba,
cuartel de la guardia real
medina y ciudad palatina con palacios y restos de casas
que como debía ser para la época en que esta se levanta
era todo un lujo solo al alcance de reyes, sultanes, visires y clases sociales altas.

Allí también vivían
los nobles y plebeyos
y por si algo faltaba
apunten el palacio de Carlos V
y una medina sagrada,
y junto a ella
siempre dando la cara
El Generalife con sus huertas y jardines, solaz de los Reyes de Granada.

En ella se alojaron los monarcas
del reino nazarí
que de forma desconsolada
entre suspiros
que les vino a salir del alma
se fueron un día de la ciudad
que tanto amaban
y por la que procesaban
tanta ternura
que si las piedras hablaran
el cielo derramaría
cataratas de lágrimas
y la tierra temblaría
como el pecho ardiente
de una doncella enamorada.

¡Ay de Granada
y su arte andalusí
y su Alcázar
tan a mano y tan deseada
por quienes después de conquistarla
dejaron que el silencio
sobre la ciudad reinara
entre siglos de guerras y rencorosas batallas!

Si en Granada y de Granada
el color rojo sobre tu cara resbalará
todo se lo debes  a Abu.Al- Ahmar "El Rojo"
que de tanto desearla
fundió el color pelirrojo de su piel
sobre esas piedras sagradas
que sirven de sostén a la ciudad fortificada.

Nada en la Alhambra es como fue,
¡nada!,
ni los techos
ni las ventanas,
ni los suelos,
ni las esperanzas,
de los que por ella ahora paseamos,
ni de los que en sus días en ella se amaban.

Cruce de mestizajes
en ella nada se escapa
al paso de los años, cascadas,
y a esas reformas disimuladas
que la hacen grande
por guardar en sus entrañas
esa filosofía cristiana,
mozárabe, judía y musulmana
que hace a los pueblos grandes
por mucho que algunos no entiendan,
de esto que hablamos, nada.

¡Como no querer a la Alhambra
si uno que lejos de ella nació
en ella
cuando pasea por sus salas,
sueña con que fue visir que mandaba
sin necesidad de alzar la mirada!

Ya en Granada
desde su Plaza Nueva
el aire nos lleva casi en volandas
hasta ese recinto que se levanta
para disfrute de mortales
y penas casi del tamaño de una montaña
de aquel Boabdil, Rey Niño,
por quien habría que levantar
más de una generosa estatua.

¡Cuanto Boabdil la deseaba
y que poco pudo disfrutarla.
Cuanto de cuanto
y tanto sus penas
pesaban toneladas
que de ella se marchó
casi de puntillas y rayando un día el alba!

Ya en Granada
la cuesta de los Chinos
como si fuera una gran muralla
nos acompaña
desde el paseo de los Tristes
entre destemplanzas y miradas
y sin saber nada
de esa llave
en una pared marcada
que sirve para abrir las puertas
de las celestes moradas.
Aquí y ahora
continuamos caminando
hacia esa meta tan bien marcada
en un plano en el que se resalta
el nombre de la ciudad
en la cual se se sitúa la Alhambra.

Ya en Granada
siempre subiendo
como si la tierra
en vez de ser como una bola de nata
tuviera que tener escaleras
hasta la luna alzadas
desde las que iniciar una marcha
que comienza
en la Cuesta del Realejo,
en su judería alta y baja,
con su música a citara templada dentro de una caja.

El Realejo con su Campo del Príncipe
y pinturas en las fachadas de las casas
me sabe a algo más
que lo que su nombre con tanta templanza
viene a significar
en tierras estas
las ahora paseadas
y a la vez tan cristianas.

Desde el Realejo
la Alhambra invita a poseerla
entre luces y sombras
que desde  la Cuesta de los Infantes
se proyectan o apagan
en la Torre de la Vela,
así es reconocida por todos y llamada
esta torre con tantas leyendas sobre ella atesorada.

Pero de todas las puertas
por ser esta la de más templanza
me quedo con la de las Granadas
por ser antesala
de aquel palacio de Carlos V
en el cual más de una dama
se vistió de blanco para irse con él a la cama
y tras dejar al príncipe alemán
y emperador de una España casi a él consagrada
continuamos nuestra ruta señalada
hasta la puerta de la Justicia o de la Explanada, Bab Axarea,
con tan poca justicia
que ningún ahorcado colgó de sus ventanas
y ahora, alquimia barata,
aparece una mano plana sobre ella marcada
como si quisiera coger con muchas ganas
esas llaves que simbolizan la fe islámica.

Sin tardanzas
y con ganas de beber recia y potable agua
llegamos a una explanada
sobre la que cae el cielo
y en la que nadie se espanta
aunque todos saben que cinco aljibes
se esconden en sus entrañas
para dar de beber a quienes por ahora ya no les hace falta de nada.

Dos palacios hay que hielan
hasta las más ásperas miradas.
Uno el de Comares
¡vaya con la palabra!
y el otro el de los Leones
traídos desde África
para que afilaran los dientes royendo  huesos
y por si algo falta
en mis recuerdos queda
casi señalada
una puerta
llamada del Vino ¡Quien lo catara!
Blanco o tinto o clarete, moscatel
¡Casi nada!

Muchos siglos de trabajo
esta es la gran hazaña
de quienes llegando hasta estas tierras
se sintieron después de dejar en ellas sus corazones y almas
más granadinos que los que nos acercamos para contemplarla
desde las tierras de la otra España,
para mirar con regocijo
la desnudez norte-africana
de sus muchas portadas, palacios, fuentes y fachadas.

Si Boabdil lloró
ya lejos de Granada
en un puerto de montaña
como una mujer de su ciudad enamorada
es porque quería tanto a Granada
como la mejor de las madres,
como a una hermana.
Nada de reproches, nada de malas palabras,
pues de haberla defendido a las bravas
como un guerrero en batalla santa
quizás ahora solo contemplaríamos con desganas
tristes columnas peladas,
lienzos desnudos de murallas,
y nidos de urracas
sobre esas torres, tan bien situadas,
que por todos los sitios se alzan
y desde las cuales la vega granadina y sus montañas
corren, una suave y las otras altas,
como si desde entonces, tantos siglos a las espaldas,
el tiempo descansara
en el fondo limpio de las albercas de aguas heladas.

La alcazaba
es como la madre de la Alhambra
y su centro de defensa
y de estrecha vigilancia
hacia lo que llega avisando de truenos, relámpagos y rugidos de batallas
para cuando uno se siente hasta el alma
poseído por el sol
que solo pide tostar las miradas y dejar los cuerpos cansados hasta el alba.

Sus torres y terrazas
sirven para que nuestras miradas
como si fueran de águilas
busquen a quienes hasta ellas se llegan para tomarlas
como si los hombres fueran con sus políticas y tramas
los culpables de todos los males que azotan  a este siglo que casi se nos abalanza
con injusticias sociales de todo tipo y calaña. 

El valle del Darro y el Albaicín
la miran y son desde lo alto de las terrazas
como verdes lugares de tiernas esperanzas
para quienes saliendo desde estos muros
hasta ellos se llegaban
para bañarse en las pozas y tomar de las arboledas sus frutos y sombras tupidas entre añoranzas.

Terrazas abiertas, jardines y plazas,
y torres y sin dejarme ninguna en la antesala de  mi memoria por el paisaje encantada
recito de pasada y sin más tardanzas
esas diez perlas
que de haber sido parte de un collar en una garganta
los suspiros hubieran llegado hasta más allá de donde el eco extiende las palabras
y las convierten en resonancias.

Fue la Torre del Cubo
semicircular y sobre una puerta islámica
mirador privilegiado de reyes y cortesanos
y antesala
del adarve de la muralla norte
y de esa plaza con su terraza de armas.

Tantas
que la Torre de la Vela
dominaba la vega granadina
sin necesidad de usar escudos ni lanzas
pues contra ella se estrellaban todos aquellos que con malas mañas hasta ella se acercaban
y tan mala suerte tuvo
y tan mala pata
que tras los cristianos tomar la ciudad
la engalanaron con unas campanas
que despertaban hasta los muertos cuando eran tocadas

No hay alcazaba, castillo o ciudadela en armas
sin su Torre de Homenaje
ni sin su princesa en ella encerrada
y está por aquí se levanta
en la parte de la fortaleza más alta.
Veintidós metros de altura es su alzada
y en su interior sus seis pisos servían de morada
al alcaide y a quienes cerca de ella pasaban pidiendo posada.

De la Torre de los Hidalgos ni palabra
y de la Torre Quebrada
solo decir que si hubiera sido pata
a estas alturas coja andaría y sería motivo de burlas descaradas
y dando a la explanada
que mejor que la Torre del Adarguero
para escudarse y defender en el supuesto de ser atacada,
cosa que dejó con el tiempo de tener su importancia
y a eso se debe ese jardín de tan buenas panorámicas.

Son palacios
y en esto si te equivocas
puedes meter y bien la pata
y nazaries se llaman
aunque para ser más ciertos
en el uso debido de la palabra
se les nombra
como si en ello hubiera algo más que alabanzas
como Palacio de Comardes y de los Leones
tan antiguos o más que la alcazaba
y al bajar las escaleras de acceso se alcanza
una gran sala cerrada
con una cámara elevada
donde el sultán se sentaba
para poder escuchar
sin que nadie le señalara.
Oratorio tuvo y capilla en época cristiana
y más allá siguiendo la marcha
un patio con fuente y cámara, mexuar, usado como morada
por Isabel de Portugal
que nunca llegaría a ocuparla.
La madera de esculpida y trabajada
a fuerza de maña
se haya entre  las piñas y conchas
y en la techumbre decoradas
y bajo tanta riqueza y tanta talla
las ventanas a cal y canto con celosías cerradas
protegían de ser contempladas
a las doncellas que en ellas moraban.
Emblemas y armas, escudos y pinturas
se ven en las salas
algunas tan góticas que espantan

Surgen entre edificios, escaleras y salas
siempre al fondo
y como si desde lejos te encantaran
jardines que casi quitan el habla
y a ellos llego
cuando paso
como si fuera bajo andas
por debajo de dos portadas
rectangulares de lineas planas
bordeadas de cenefas de cerámica
bien cocidas y mejor labradas.

Dos puertas conducen
una de ellas simple y espartana
al palacio  de Mohamed V
y la otra,
para distraer a los ladrones
y llevarlos de forma equivocada,
más majestuosa aunque falsa
que acaba allí donde se detienen las miradas.

Un arco de mocárabes
sirve de entrada a la sala de la Barca
que por tener forma
la tiene de barca y por ser lugar casi sagrado
la palabra bendición, baraca, se deje leer junto a escudos y ricas yeserías policromadas.
Un incendio y una gran desgracia
para esa bóveda que al contemplarla
derrama casi lágrimas pues solo siendo su Dios vencedor
ella pereció entre las llamas.

Y como si la gran sala necesitara
de algo de más
para poder desearla
todo un zócalo la rodea
y en sus extremos resaltan alcobas con arcos peraltados y sus pechinas
tan bien conservadas como el día en que fueran labradas.

Del Torreón de los Comares
después de dejar la sala de la Barca
llegamos al tiempo de echar una ojeada
a su salón, estancia amplia con vistas al valle del Darro que lo enamoraba
con sus colores y sonidos a juerga de pájaros trinando sobre las ramas.
De planta cuadrada
sus suelo de mármol
nadie sabe por donde anda
a ello se debe ese barro
que si no le da más prestancia
no desentona del contexto donde se enclava el Torreón y el salón
y para que entendamos de que va la visita
por si alguno se despista y se lleva la mirada
hacia otras estancias
sobre azulejos tan besados que casi se gastan
aparece la palabra Alá presidiendo la sala
entre menciones a Dios, al Emir y por si ni hubiera bastante fragmentos de Corán se pierden
entre loas
y alabanzas.

Nueve alcobas
para nueve nobles o princesas o concubinas o amadas
y una de ellas para el sultán que allí mandaba
entre yeserías, relieves en oro repujados para deleite de quien los miraba,
suelos ausentes de cerámica vidriada
escudos de armas
y tantas oraciones y poemas sobre las paredes colocados para ser leídos en las tardes largas
que las luces que sobre ellas se estrellaban
venían a morir junto a las celosías de madera y vidrieras cumarias.
Un gran techo le sirve a la sala de mortaja
con sus siete celos que la abrazan
con ciento cinco estrellas y el Trono de Dios junto a ese firmamento de esa Alhambra.
Sin la madera de cedro
esos siete celos con sus estrellas incrustadas
serían algo diferente
y nuestras miradas se irían hacia otros lugares de la sala.
Sin escabel el trono no tendría la menor importancia
y con ello el rey
perdería parte de esa legitimación que su Dios le daba
para que fuera califa
y la mano no le temblara.
La escena a la cual prestamos tanta importancia
tiene su culmen en los cuatro ríos del Paraíso y el Árbol del Mundo que brota
entre diagonales que se traban
para extenderse por el Universo sin dar más batallas
que el fruto de sus ramas.
Doce alcobas, nueve más tres olvidadas
nos refieren al zodiaco y a la alta magia
de ese séptimo cielo
para el cual las miradas se han quedado congeladas
y más si visitamos
la zona más privada o Harém del monarca

Mocárabes en la bóveda
cubren hasta allí donde las vigas descansan
y sobre muros de yesería
de montes abiertos a la luz del alba
la sala de los mocárabes
con sus inscripciones y escudos nos dan la alarma
de que cerca de allí leones de piedra vigilan nuestras andanzas.

Si Mohamed V
no hubiera estado enamorado de una dama
hasta lo más hondo de sus entrañas
hoy no tendríamos patio
ni quizás alberquilla con agua por el cielo espolvoreada
ni nada de nada
a ello se debe
que antes de Los Leones se llamará Al-Haram.

Su planta me recuerda
e ello no vean ustedes ninguna comparanza
que no sea la puramente matemática
a un trapecio basculando sobre una de sus alas
y a su alrededor se abren dos grandes salas
llamadas d los Mocárabes y Reyes para darle más prestancia.

Sus 124 columnas tan blancas,
esbeltas
llevan por dentro en vetas impregnadas
ese Macarel
con el cual
casi se levaban la cara
las princesas que por aquí pasaban
camino de alguna de esas alcobas
con mosquiteras
y tropel de flautistas y guitarristas
cantando y tocando las alabanzas
de algún genuino príncipe de barbas blancas.

Como si a las damas jugaran
las columnas en grupos se agrupan
de dos, tres,cuatro
y las hay la muy descaradas
que apuntalan las arcadas de filigranas
con tan simetría y tanta a veces desgana
que paro de contarlas
pues me da vergüenza
el seguirlas por ese patio con más pies que un ciempiés subido en una rama.

Es en las salas privadas
donde los poderosos hablaban de sus racias
y al hilo de ello
12 leones que siempre estaban a la espera de que alguien los acariciara
se visten de fiesta para casi plantar cara
a quienes hasta la fuente se llegaban
para beber de su exquisita agua.

En los pisos altos las damas
ya fueron solteras, prisioneras o casadas
siempre esperaban
que la puerta se abriera
para mostrarse deseadas
y a punto de ser tomadas
junto a ese jardín y paraíso con 4 arroyos
y con cuatro estaciones de descanso para cuando las sombras tomaban
el jardín y los patios sin necesidad de saltar sus altas murallas
ni de que los paños calados
de esas columnas tan Venecianas
sirvieran para algo más que nido de golondrinas, en sus deseos, también enamoradas.

Fustes y capitales, cúpulas y planchas.
¿De que les hablo
y de que me hablan?
si de esto sé
lo que sé
y en esto el que tanto se empeña en demostrar su maña
es tan cateto
que no deferencia de lo que ve, nada que no sea
cilindros y anillos,
pechinas, galerías de lacería techadas
y tiendas de campaña
en forma de templetes
para en ellos tomar te y contar  aquellos cuentos de La Alhambra
que un inglés vino a escribir
viviendo en alguna de estas estancias
el tiempo que quiso y le vino en gana

La fuente
con sus leones y taza
nos hablan de un tal Samuel Ibn Nagrella
visir de la dinastía ziri
y de esa historia tan extraña
quedan
leones de tipologías tan raras
que ni el relieve de las colas
ni la nariz chata
ni el pelaje que arrastran
por ser es igual
y en ello las alabanzas de aquel poeta
que vino a decir en voz baja:

"(...)A tan diáfano tazón,
tallada perla,
por orlas el aljófar remansado,
y va entre margaritas el argento,
fluido y también hecho blanco y puro.
Tan afín es lo duro y lo fluyente
que es difícil saber cuál de ellos fluye(...)"
Los signos zodiacales
por el lomo de los leones avanza
y si el rey Salomón
es para muchos una figura sagrada
tengan por seguro
que en esta fuente encontrarán si miran con ganas
una inscripción que de ello nos habla.

Es el Paraíso
otra vez en boca de quien les habla
el que tiene en esta casa
su dominio sobre las almas
pues muriendo en la tierra
todos sabemos que allí se resucitaba
y en esto que mejor que venir a nacer en La Alhambra
con su gobierno de sultanes
jugando por aquí y por allí a la taba.

Ya estamos
¡que pasada!
en la alcoba del sultán
con tantas batallas
que aquí las mujeres se desfloraban
al tiempo que la primavera regalaba
su color y sus olores y sus rosas encarnadas
con las que tapar el rojo de la sangre virginal
con el cual se teñían las sabanas.

Y como veo que avanza la mañana
y los versos
no quieren oír de mentiras
ni de patrañas
puedo decir con mucho dolor en el alma
que en esta sala de Abencerrajes
una luz encantadora y mágica
se reflejaba
según fuera la hora del día
sobre una fuentecilla
en la que el agua también de celos suspiraba
al oír los gemidos
y esas palabras mágicas
que solo los enamorados lanzan
cuando en trance de morir
como si fueran toro y torero en una plaza
se hunde el estoque
y saltan en el tendido lágrimas.

Harén con eunucos los hubo en estas salas
tan gordos y tan enamorados de su mismas miradas
que por no ser otra cosa que casi estatuas
el sultán les tenía tanta confianza que dejaba
que las doncellas y princesas con ellos jugaran
a la gallinita ciega
y si me apuran  ¡caramba!
hasta ser ellos sus queridos y ellas sus amadas.

En la sala de los Reyes
impera el sentido de estar viendo en la bóveda clavados con martillo y espátula
los 10 primeros reyes de Granada,
uno de ellos con barba roja, Al-hamar el Rojo se llamaba
fundador del reino
y por eso de todos ellos el que más se alaba
y alrededor de tanta grandeza los caballeros y las damas
que fueron todos ellos incluidos la gran sala
y para que vean como eran aquellos reinos y como en ellos se trataban
los cristianos y los que en La Alhambra moraban
fue en el siglo XV
cuando el rey de Granada
solicito de Pedro I de Castilla una alianza
para restaurar los reales alcázares y que mostraran de nuevo su mejor cara.

De las pinturas me quedo con esa enseñanza
que solo se aprende
en buenas escuelas y en Universidades donde el arte se resalta
por encima de esas otras artes
de las cuales si no son las astrología, medicina, matemáticas y botánicas
ni que decir
que el que les habla
no hubiera hecho otra cosa
que contarles patrañas.
pero como al historia se escribe a fuego y muchas veces a espada
tengo a bien decirles
que debajo de lo que se ve y se disfruta con la mirada
hay planchas de madera de peralejo
bien cepilladas
y sobre ellas cuero mojado con cola y clavado con pequeñas tachas
y sobre el cuero yeso, cola y caña
todo bien tostado y pintado al rojo que más resalta
y para finalizar sobre esa capa con un punzón se dibujaba.

¡Caramba con la división de la sala!
con arcos de atajo
cortando la estancia
y paramentos de yesería con símbolos que a nadie se les escapa
con arcos decorados al modelo de una mezquita hermana
.
ya el patio de Los Leones a nuestras espaldas
pasamos una puerta
tan bella que la taracea resalta
y más si nos asomamos
a ese mirador que se abre como una granada a la ciudad
y a unos baños donde el agua clama
carne y más carne
y agua y más agua.
Dos losas de mármol blanco
junto a una fuente,
estas no faltan en La Alhambra,
dan nombre al lugar que se llama de Dos Hermanas.

Aquí el poeta cantaba aquello de: 

"Sin par,
radiante cúpula hay en ella
con encantos patentes y escondidos"

(...) "Nunca vimos jardín tan verdeante,
de más dulce cosecha y más aroma".
De las letrinas nadie habla
pero las hay
por que hacian falta
y para cocina se empleaba el anafe
o se cocinaba
en serviles habitaciones con sirvientas y esclavas
tan delicadas
que los datiles, miel y harina blanca
se mezclaban
de tal forma que las comidas duraban desde el alba
hasta bien entrada la noche
en que la luna se hacia tan descarada
que todos corrían por los jardines
entre fuentes, agua y luces caídas sobre los suelos vestidos del verde de las plantas más sagradas.

No falta,
por faltar no falta,
casualidad en ello
y a pesar de eso
me encanta
el balcón de Lin-dar-Aixa
y el jardín de Lindaraja
con su taza de mármol árabe
y de la Italia
de Rafael y leonardo da Vinci
una fuente que lanza su agua
hasta allí donde las bocas se abren en las fiestas paganas
para beber vino
y comer dulces manzanas.
Desde el mirador
si el la quería
la otra no se su nombre
ni sus hazañas
lo deseaba.
Será por eso y por lo que me gusta La Alhambra
que en este mirador se lee
en signos que pocos entienden porque no hablan
aquello de:

 "Yo soy de este jardín el ojo fresco" (...) "En mi, a Granada ve, desde su trono"

Y sigo yo en esto a falta de buril y espátula con:
A mi Granada
tierra encantada
si no fuera porque los halcones que sobre ellas volaban
se llevaban
en negras túnicas
para ello preparadas
los mejores de sus tesoros
y las mejores de sus viandas,
entre ellos a Garcia Lorca
que a buen seguro que estuvo en esta Alhambra
antes de que los ojos
por culpa de unos desarmados para siempre se cerraran.

No quiero decaer
y si de Toledo dije un día
que allí un Padilla
vino a morir por su España
aquí ese mismo emperador Carlos I,
él se llamaba
construyó todo un conjunto arquitectónico con seis cámaras
alrededor de ese patio de Lindaraja y de las Rejas,
por si algo faltaba.

Por ser emperador
y tener en España tantos palacios y moradas
aquí Carlos I tuvo también su casa
y para ello y porque necesitaba de un elixir que lo excitara
se vino en viaje de bodas
y a saber lo que ocurrió y como se las apaño
para dejar a su reina preñada
de Granada y de Alhambra
pues de lo otro nadie sabe
lo que ocurrió aquella noche
en esa real cámara
con tantos leones y leyendas
y con tantas princesas encantadas
dando por todos los lados la lata.

Para Cuentos los de La Alhambra
que aquí escribió mientras moraba
Washington Irving, escritor que hizo gala
de una sabiduría especial
por la forma en que retrato todo lo que sus ojos observaban.

Fue peinador y tocador
al parecer de la reina
y si la tocaban debía de ser por la noche
cuando el Rey se las pelaba
bebiendo vino y escuchando canciones que un trovador lanzaba
como quien juega al frontón
y la pelota se le encala en la garganta.

Pero antes que Peinador de la reina Isabel de Farnesio
y antes de que esto pasara
la torre árabe se llamaba de Abul-Hachach
y en ella meditaba
y se recreaba antes de la conquista cristiana
más de un sultán y más si las hubo sultana.

De ella me quedo con galería porticada
pues a mi me gusta
por ser de ascendencia mediterranea
todo lo que tiene que ver con Vitrubio y la decoración pictórica de esa Pompeya tapada por la lava. 

Ya alejado de estas reales cámaras
damos paso sin tardanza
pues el día lanza calores
que solo se aplacan con abanicos y buenas limonadas
servidas sobre mesas de mármol
y en copas labradas con los escudos reales 
de todas las reales casas
que por aquí pasaron y aquí dejaron como si fueran plantas
sus raíces tocando el suelo
y sus ramas enredadas
alrededor de las bellas cabezas
que pasan ante mi mirada
y ante las cuales yo me descubro
para decir: ¡vaya! ¡vaya! 

Con todo esto se me olvidaba
que ya estamos 
en el patio de la Reja o de los Cipreses
o mejor lo que les venga en gana
pues ya está bien de seguir reglas
y de escuchar con atención liviana
a estos donceles y azafatas
que nos hablan de La Alhambra
sin sentir en su alma
lo que yo siento cuando en el Patio la paciencia se me acaba
pues eso de los cipreses
lo he visto yo en el cementerio de mi pueblo
y en la Vía Apia
y me da malos augurios
y me da muchas penas en el alma.

En El Partal o Pórtico
¡vaya con la palabra!
Yusuf II
tenía su palacio
con tantas buenas vistas
y tantas estancias
que los criados que junto a él vivían
se sentían en sus estancias
dueños de l'Alhambra
y a ello se debe
el que se le de esa importancia
que tiene y que nadie le puede echar en cara.

Buenos paseos por allí se daba
Yusuf III que en su palacio se sentía el rey de una parte de España
entre Torres, Picos e Infantes,
jardines y Rauda
y bancos para los eunucos,
fuente en su centro
y piso superior para las damas con sus respectivas terrazas.

De mocarabes su techo
se lo llevó por delante un terremoto
que descargó sobre Granada
tal virulencia
que todo temblaba
como si Dios en castigo quisiera para La Alhambra
que se viniera a enterrar antes de ser conquistada.

En ellas residió
así en unos cuentos de Washington Irving se narra
las hermanas
Zaida, Zoraida y Zorahaida
a cual de ellas más guapa
cada una con su historia
y todas tratadas como lo que eran
damas
y por allí las malas y buenas lenguas largan
que estuvo cautiva,
valga así la palabra,
Doña Isabel de Solís
de quien un poema nos viene a contar entre lágrimas

 "En sus zócalos, de obra de azulejos,
y en su suelo, hay prodigios cual tejidos".

Pero no todo aquí se acaba
pues ahora vienen los baños
y para que vean el aseo de estos señores de tan alta escuela hispano-africana
hay que decir
prendas en esto
así vengan narradas
que tenían tres salas
a cual de de ellas más grata
y en esto les cuento
de que iba el asunto que nos trata.

La primera era para cambio de ropa y descanso
y en ella había camas
y algo más si les venía en gana
y como tiene que ser
pues de baños se trata
en ella se desnudaban
y pasaban al baño ellos y ellas o ellos o ellos ¡Cuantas enseñanzas!
para los que ahora claman
pidiendo libertades
que otros que hace medio siglo ya disfrutaban
sin necesidad de más leyes
que las que le venían en gana

Siguiendo con el relato que es de lo que se trata
decir que la comida se daba a la carta
y en su galería alta
una orquesta a la antigua usanza
endulzaba el rato a los que por allí pasaban

Era su segunda sala la de los masajes
refrescos con diferentes aguas
y tocata de puños o manos con aceites en la espalda
y en todas aquellas partes del cuerpo necesitadas
de un flotis sin nada que no fuera aliviar las cargas.

En la sala de vapor
con tragaluces dando de pleno en la estancia
los cristales de colores que las decoraban
convertían a las luces en arcos iris y así el vapor del aire también se refrescaba

Me vuelvo
y queda a mis espaldas
el palacio de Carlos V
y lo menciono por el contraste que en el se daba
con el resto de recintos de esta Alhambra.
De planta cuadrada
su patio circular
me recuerda una plaza de toros o una corrala
y en ello Don Pedro de Machuca
dio de sí
sin necesidad de alabarle en más de lo que toca decir de una persona tan sensata,
todo lo que de él se esperaba.

Sus columnas varían
al igual que lo hace el sol cuando sobre la La Alhambra se desplaza
y de esta forma que les comento
tenemos para contemplanza de tanta belleza en el acumulada
diferentes ordenes arquitectónicos
que van sin colocar más peso sobre una balanza
desde el dórico en la primera planta,
al jónico en la segunda, la más alta,
y como si Creta en ella estuviera representada
cabeza de toro en algunas columnas hay estampadas

Cinco siglos nos hablan
de lo mucho que aquí se trabajo
y de lo que todavía se pudiera trabajar
si por alguna de aquellas
alguien echara algo en falta

Fachada renacentista
con estilo toscano y para que nadie diga que algo faltaba
el barroco nos invita a que sigamos disfrutando de nuestra estancia
entre escenas de Hércules
que parecen sacadas de una novela
aunque esta sea la Iliada

Ya estamos
me tiembla hasta el habla
a estas alturas del día
y de tanto darle a esta maquina
que en los sesos
que habitan
por debajo del pelo de mi cabeza casi dorada
me voy como gaitero a tierra santa
y en ella a un convento
que por ser de orden a mi me sirve para que sobre el lance mis aldanadas
en forma de versos
que si fueran monedas de plata
valdrían para comprar una casa
con vistas a todo aquello que mi vista alcanza.

Así me quedo
narrando y de esto se trata
hablar de ese convento
que por ser el primero de Granada
tiene aljibe, balcón cerrado para que los moscas no escapen hasta la sierra de las Alpujarras
patio y mocarabe
y ahora Parador de Turismo y si me apuran casa
de quien tenga dinero para disfrutar de una buena
en él estancia

Y si de ruinas se trata
tenemos que ir hasta la Alhambra Alta
con su Palacio de los Abencerrajes y Torre del Agua
barrio del pueblo andalusí
y casas de la nobleza cortesana.

De la Torre de los siete suelos
parece esto un cuento de Adalino y de su lampara
se han descubierto cuatro
y en ella Washington ambienta con letra cara
algunas de las aventuras de sus cuentos de La Alhambra
y de Boabdil
que no se a que leches
por allí andaba
mientras las tropas de los Reyes Católicos
le cardaban de lindo la lana.

No se me escapa en esta maraña
de escribir más de lo que se debe 
de una sola tajada
mencionar por si las moscas golosas de ellas meten aquí sus patas
hablar con aprecio y buenos modales de palabra del Generalife
villa utilizada
por los Reyes de Granada
para su retiro y descanso
y para otras cosas que si las cuento quizás no duerman con ellas soñando a patas destempladas.

Fue una villa rural
con jardines a las antiguas usanzas
ornamentada con buen gusto
y tan a tiro de La Alhambra
que en ella y por ella todos se peleaban
y por eso quizás
y por otras cosas que se me escapan
un día fue declarada
Patrimonio de la Humanidad
y desde entonces la Unesco casi sobre ella manda.

Por allí los Albercones se alzan 
junto a otros restos de palacios
como el de Dar al-Arusa, la Alberca Rota y la Silla del Moro
por si algo faltaba
para no dejar en pie 
nada que no tenga que ver con este espectáculo que la historia nos ha legado sin pedir a cambio nada.

Diez mil inscripciones han sido contadas
en La Alhambra
entre poemas, sentencias,
textos del Coran a una sola cara
y jaculatorias
o sentencias predeterminadas
todas ellas en  árabe clásico 
que es de lo que se trataba
y entre sus autores merecen ser distinguidos Ibn- al-Zayab, Ibn al-Jatib e Ibn Zamrak
en tiempos en que la corte de Yusuf I era en Europa la más letrada.

De los músicos
menciono para conocimiento de a quien le venga en gana
a Don Manuel de Falla
con su obra impresionista
"Noches en los Jardines de España"
o a Don Francisco de Tárrega
con "Recuerdos de La Alhambra"
y para aquellos que les guste de lo que canta Eduardo de Paniagua
y el Arabí Serghini les diría que su disco Poemas de La Alhambra me llena el alma
sin olvidarme pues ee trata de una dama
de la cantante Lorena McKennitt
quien recitó en una sala canciones que todavía por esas estancias de Carlos V andan

Y ahora vamos a la literatura
que es de lo que se trata
para recordar esos Cuentos de La Alhambra
y ¿Ay de mi si me olvidara!
del Foro Social de Granada
y de esa pancarta de NO a la Guerra
que fue desplegada
desde la Torre de la Vela
para que en ella ondulara
como protesta sobre esas guerras en tierras hermanadas con la cultura nazarí de Granada

Ya me quedo
como burro en barbecho
relamiéndome las patas
y quitándome a golpe de coces los tábanos
que no se expatan
así se les pegue con una zapatilla en la cara
y para que si alguien de los que han tenido a bien leer este surtido texto
se quiere instruir
y escribir una tesis bien argumentada
tengan a bien y  no se ofendan pues no es bufonada
recomendarles una bibliografía selecta de lo mas acertada
que a continuación les cito
como encaje y final y como despedida
de quien a sabiendas de que morirá
sin ver acabada La Alhambra
ha tenido a bien y vista de pájaro describir con más de una errata
lo que vino a ser esta ciudad interior dentro de un recinto o ciudadela sacra, noble y aristocrática.

Ciega el que les habla
y se queda tan parco en palabras
que de tanto pasear entre cuevas
comer comida marroquí muy bien preparada
y degustar de la luz de Granada
enferma en dicha y calma
y más cuando se acerca a ese huerto
con casa cerrada
donde un jilguero
el solo canta
a la espera de que Garcia Lorca se le acerque
para cantarle un poema de esos que en aquella casa se escapaban
de buena mañana
por las ventanas
que daban a unas tierras tan bien labradas
que en ellas han crecido hoy selvas plantadas de diferentes tipos de plantas.

En la Cartuja encanta
la belleza de sus salas
y si paseas por el resto de dependencias
aparece la visión espartana
de la vida monástica.

Y sin más tardanza
que la necesaria
para refrescarnos y disfrutar
de una buena sombra cerca de una higuera
la tarde se acaba
ya cerca del hotel en el cual reposamos en una noche en que parecía Granada
una ciudad tomada
por ciudadanos del mundo
que vienen a buscar entre tantas piedras labradas
esa magia
que solo se cumple si llegas un día para volver de nuevo a Granada.

Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio 

Bibliografia:

POEMAS SACADOS DE UN CUADERNO ROTO (7)



1)
El traje de largo,
se rompe en el aire,
los zapatos con tacones de aguja,
marcan la escena del combate,
el bolso y las grandes gafas
van en el mismo lote.
Todo forma parte
de ese álbum de fotografías
que en un rastro alguien nos ofrece
sin saber quien es ella
ni de donde salen esos aires.

2)
Fantasias eran,
ese es su nombre,
las que por su cabeza de niña pasaban
dando trotes.
El palacio tan cercano
y la valla tan alta
como el Pico de Aneto en un día con vientos de levante.
Los bailes de salón
con su música que escapaba
a través de las ventanas
para perderse en la espesura de un bosque.
La nostalgia era
en aquel bello valle
algo a lo que no renunciaba
para que nadie le dijera cobarde.
Intuyo
que en esa fotografía
manchada con aceite
que alguien me ofrece
hay algo más
que lo que en su reverso
alguien escribió con un lápiz:
El Aneto y tú
pueden
más que el régimen. 17/01/1940 De Anselmo que te quiere.

3)
Hoy me ofrece la mañana
salir a la calle
para ver lo que pasa
y probar esos churros con chocolate
que a precio de ganga una churrera nos ofrece
a las 9 de la mañana
todavía solitarias las calles.

4)
Pasa el agua del río Darro
y de pronto se esconde
en una ciudad de Granada
tan llena de gente.
Sus aguas esconden
los lamentos de un sultán,
y los suspiros de quien en sus brazos lo acoge,
el sonido de unas espadas
y el replique de unos sables.
En la tarde
las sombras sobre el río Darro se expanden
como si fueran los abrazos
de una dama que no quiere
que se sepa su nombre,
por eso el río con sus aguas
de pronto desaparece
y por esos las sombras
se vienen
hasta la fachada de un edificio
donde se lee
esta noche flamenco para quien le guste la juerga y el cante.

Autor: José Vicente Navarro Rubio 

lunes, 7 de julio de 2014

POEMAS SACADOS DE UN CUADERNO ROTO (6)



1)
El reloj continua
buscando nuevas citas
y en ello llegan las tres da la tarde
y la tropa rendida
hasta los bancos de un parque
a la hora que el calor hambriento
se come el paisaje.

Voraz el sol
siempre aparece
para luego marcharse
con la panza llena de aire,
de sonidos agudos y graves
y de todo aquello
que lo hace en el aire
Astro Rey con corte luna con pista de alunizaje.

2)
Antes de que la ciudad despierte
¿que hago?
¿qué haces?
Vomita su tranquilidad el parque
mientras su fabrica de sueños
poco a poco se abre
en la medida en que llegan,
en comedido peregrinaje
saliendo de las ramas de los árboles,
aves,
que tienen en el parque
su lugar de encuentro
en esta mañana de sol radiante.

3)
Aterrizan en el suelo
las palomas del parque
mientras yo las miro
y ellas de reojo se muestran reacias a sentarse
en este barco que me sirve
de laboratorio de ideas y de aprendizaje.
En la quietud de una mañana
rota por el sol
que en la mañana se abre
vuelan las palomas sobre el parque.
¿quién sabe
donde durmieron anoche?
A ellas no les llegan
esas informaciones escalofriantes
con las cuales
los noticieros abren
las páginas de la mañana,
mediodía
y tarde.
Su cometido obsesivo consiste
en mitigar su hambre.
 Ellas son voraces
y saben
que son las dueñas del parque
ausentes en el aire
los halcones,
sus enemigos, de las palomas, mortales.

4)
Aparece sobre el suelo
y bancos del parque
propaganda que invita
a mitigar el hambre,
ya sea con pizzas
y buenos entrantes
que con pollos asados, pastas y postres.
Por los restos esparcidos
todo indica que anoche
sobre el lugar se dio un pequeño banquete
de cual queda como prueba pericial del desenlace
un bote de cerveza
volcado sin orden aparente,
un zumo de tomate,
recostado sobre un banco en señal de libertinaje
y sobres por el suelo reventados de un golpe
de ketchup de tomate.

5)
Madre e hija
cruzan por el parque 
una detrás
y la otra renegando, delante.
En este domingo
que invita a la levitación
el cuaderno abierto espera
que sobre él se plasme
todo aquello con lo cual
este fabricante de copos de avena y aguardiente
hace
sus poemas
antes de que el sol se venga al parque.

6)
En este domingo
de calores asfixiantes
se vienen hasta el parque
los mayores
con sus historias entrañables.
Bonito escaparate
el que ofrece el parque
con todos los bancos ocupados
por improvisados viandantes
que aparecen
como si salieran de un hormiguero
para disfrutar del paisaje.

7)
Ser paloma y tan callada.
En el parque
se oyen
ecos y palabras
y frases mal sonantes
que a las palomas espantan
pues ellas saben
que detrás de las palabras viene
el golpe seco y la ofensa tajante.
El parque
es de ellas
su casa con jardín y alberca de mosquitos crispantes.
Ser paloma
y en el parque
¡que bonito escaparate!

8)
No cunde la tarde
para otra cosa que no sea
oír subir el silencio
por una escalera hasta allí donde duerme todo lo que un día dejastes.

9)
Hasta la playa llega
la sonrisa
que en un lugar perdido un día olvidastes.
En la playa las olas
se mueren de hambre
al caer rendidas sobre la arena
y perderse
en los confines del subsuelo
para volver al seno de su madre.

10)
Imagines
y más imagines
salen de una pantalla radiante
y para cuando el cerebro las procesa se convierten
en ecos prolongados
que te llevan al lugar donde te salieron los primeros dientes.

Autor: José Vicente Navarro Rubio
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