Dicen del gran torero Pepete
que murió sin quejidos
que fue un toro,
mala suerte,
el que le arrebató la vida
que se fue de repente
entre preguntas y más preguntas
de quien siendo torero con arte
no sabía lo que le venía
en aquella negra tarde.
Torero de casta,
era valiente,
tan grande
que en la plaza echaba su suerte
entre pases y más pases
a la vieja usanza,
pecho por delante.
Nacido para ser torero
vivió en las alturas
y para cuando un toro, casi sable,
le hizo coger los caminos
que llevan a un paraíso aparte
preguntó con la sabiduría
de quien sabe que se muere
si había sido algo,
lo que le hirió mortalmente
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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