Bajando la falda de un monte
entre curvas y llanos
altiplanos y suaves bajadas,
se ve el cielo azul,
del color de los mares de España,
y una ciudad que vive
la mitad de espaldas
mientras la otra mitad se alza
de cara a los vientos que vienen de las costas africanas.
Pueblo como Cullera no hay en España
testigo es su historia
y ese su castillo que resalta
por haber sobrevivido a tantas batallas
que están sus almenas gastadas
como un serrucho de aquellos de podar de las encinas
sus grandes ramas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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