Esto es como quien se acostumbra a hacer colas en los mercadillos
expandiendo su felicidad,
devolviendo al mundo,
algo de lo que le sobra,
tiempo y más tiempo,
algo así como cuando se abre
una nuez y de ella sale
el fruto que se ofrece
en la última cena de quien la abre.
El ir de cola en cola
es fácil,
y tiene su arte
coger el número
y observar para quien nadie se te adelante,
mirar la pantalla
y ver como salen
números y más números,
hasta que el de uno se pone delante.
Me siento feliz en las colas,
en ellas se puede dialogar con las gentes,
ceder el turno para ver como otros gruñen
y lanzar preguntas y desaires.
Ya estamos en la cola / fila en este instante.
Escribiendo versos y estrofas
uno de verdad entiende
lo difícil que es no caer en la monotonía
y hacer aquello que le gusta a las gentes.
Usted,
adelante;
el otro,
que se aparte;
la del pelo rubio,
se le ha caído un pendiente,
el de la flor en el ojal
no lace tantos piropos
que algunos hieren.
Así se entretienen
los que siguen la estrella de Belén
y quienes
son en las colas los salvadores
del mundo que solo entiende
repartir pobreza
por todas partes
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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