Yo creí en Caperucita
y todavía creo.
Existió y vivió
y se dedicó
a lo largo de su vida
a vivir al amparo
de la fama
cuidando una granja
de gallinas.
Se sabe del lobo
que las pasó canutas
y que en el pozo
donde cayó
abrió en su fondo
una galeria.
Descubrió oro
y desde entonces
vivió una gran vida
en un país de las Antípodas
junto a la abuelita de caperucita
que le llevaba las cuentas
y le preparaba la comida.
Todos son felices
y es que los cuentos terminan
tal y como quien los escribe determina.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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