No oigo a los niños
todos duermen en la casa.
Los niños son los mejores despertadores
y para cuando se les oye
es que algo pasa.
Acabo de oir una risa larga,
un bostezo
y una carcajada
acorde con la risa,
deseada.
Ya se lo que pasa
y es que en los umbrales
de las mañanas largas
las golondrinas me reclaman
moscas y mosquitos, orugas y larvas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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