A las doce de la mañana
o la faena está terminada
o ya no se acaba,
esto es lo que se vaticina
en esos casos en que las inquietudes llaman
a descansar
y dejar para la tarde las tareas inacabadas.
Tome ejemplo que el reloj marca,
con exactitud de guardia pretoriana,
las 12 horas y en el cielo el sol encima de la calva.
o la faena está terminada
o ya no se acaba,
esto es lo que se vaticina
en esos casos en que las inquietudes llaman
a descansar
y dejar para la tarde las tareas inacabadas.
Tome ejemplo que el reloj marca,
con exactitud de guardia pretoriana,
las 12 horas y en el cielo el sol encima de la calva.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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