El metaverso descompuesto
en silabas
sin más versos
ni rima
ni estrofas,
iba en la quilla de aquel barco
nacido en un papiro,
suponía el ritmo,
con el cual los veleros marchaban
cuando el viento se daba a favor
y para esos días
de calma chicha
en que la muerte del silencio
se daba entre suspiros
del agua que abrasada de ideas negativas
se atragantaba entre suspiros,
allí en ese océano infecto
de seres malignos,
salían de las bodegas
de aquellas navíos sombríos
viejos marinos,
recuperados entre murmullos
de los libros que en su día
inundaron la biblioteca más vieja del mundo.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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