En aquel tren y en aquella ruta,
en aquella estación revestida de acero puro,
en aquellos asientos de madera curtida por el frío,
allí se mueve un mundo
que se abastece de todo aquello que se puede comprar
en el mercado municipal de turno.
Me recuerda este preámbulo
a una canción que decía sus estribillo:
"me llaman el loco de la calle donde vivo"
en aquellos tiempos en que fumarse un pitillo
era lo corriente y más sencillo.
Vieja estación perdida,
con sus guiños
y azulejos pintados por manos diestras
que en ellas exprimieron todo su jugo,
en ella se inventan novelas,
dramas seguro,
pocas operas
y si no me equivoco
de poesía anda el asunto turbio,
pero en ella estamos
viendo los movimientos continuos
del tren que se marcha, del que llega,
del que averiado se marcha para ser atendido
en aquello que lo pueda lanzar otra vez a las vías
para recorrer tanto mundo
que cuesta saber cuando muere un tren
por falta de tendido.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario