Las viejas casonas de paredes de cal
y dentro de ellas la ruina
y las viejas tejas
y el ocaso de las tardes
y la llegada de las mañanas sonrientes
y altivas
en las primaveras
en que los cardos todavía frescos
no espigan,
almas castizas
de cenizas
pegadas a las mangas de las camisas,
de altares y loas
de semanas santas
unas tras otras,
tal si Dios fuera un mecenas
y su hueste solo supiera
rezar y rezar toda la vida,
así la noche
y así las calinas,
así las barrancadas,
así se camina,
entre piedras y solares,
entre aventajados dilemas
en que uno se pregunta
¿si esta será así toda la vida?
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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