Dejé el último poema,
en la taberna,
entre penas, el vaso vacío
y la barra llena
de lágrimas tiernas
y es que olvidé
ese último poemas
ya convertido en esencias
de algo que se huele y gusta,
que se siente
y que si se toca tiembla,
la voz, arrullo
es lo único que queda
de aquello que sentimos,
de lo que nos lleva
como perros de presa
a la búsqueda de la contienda,
en noches como esta
ya la luz sirviendo de alma gemela,
uno se enciende
y uno se encuentra,
sumido en mil pensamientos
que se aceleran
para coger la recta
y salir a la defensa
de todos los derechos
de todas las personas
que alguna vez han sido sometidos a la fuerza.
Tranquilidad extrema,
tan poco,
tantas penas,
ahora comienza un ciclo
que se compone de dos escenas,
la primera es esta
y a la segunda se llega para cuando se acabe este poema.
en la taberna,
entre penas, el vaso vacío
y la barra llena
de lágrimas tiernas
y es que olvidé
ese último poemas
ya convertido en esencias
de algo que se huele y gusta,
que se siente
y que si se toca tiembla,
la voz, arrullo
es lo único que queda
de aquello que sentimos,
de lo que nos lleva
como perros de presa
a la búsqueda de la contienda,
en noches como esta
ya la luz sirviendo de alma gemela,
uno se enciende
y uno se encuentra,
sumido en mil pensamientos
que se aceleran
para coger la recta
y salir a la defensa
de todos los derechos
de todas las personas
que alguna vez han sido sometidos a la fuerza.
Tranquilidad extrema,
tan poco,
tantas penas,
ahora comienza un ciclo
que se compone de dos escenas,
la primera es esta
y a la segunda se llega para cuando se acabe este poema.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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