miércoles, 24 de mayo de 2023

POESÍA: Y VOLVER

 

Y volver si no transitas
y de grano en grano pensando
que la espiga de la vida es larga,
que el surco hay que regarlo,
que nacen los tallos
y crecemos entre estaciones
y para cuando llegan los veranos
con los calores nos vamos de encima quitando
todo aquello que ya no sirve
para los fines que esperábamos.

Y es que el tiempo esta nublado
y en este día en que por un vial avanzamos
se ven las montañas invadidas de nubes
sus cabelleras poblando,
y el verdor de los campos se expande
conforme todo se va regando,
solo las palmeras convertidas en material vertebrado,
seccionado su tronco y sobre la tierra convertidas en harapos
dan un tono más triste
a esta mañana en que sin saber el por qué
una Dana nos trae un regalo.

La justicia es lo que esperamos
que sea fiel a un buen retrato
y en esto seamos justos y digamos
que hacia falta que lloviera, el empaparnos
de ideales buenos
que acaben con el odio y el racismo, con el sarcasmo,
con el adjetivo fácil y con los verbos rasgados
de dolor y muerte, de odio y si no nos callamos
de injurias que calan más que el agua con la cual nos mojamos.

Paramos y es que las estaciones de ahora
son casi las posadas de antaño,
se echan de menos las caballerías y los carros,
las buenas comidas y las brasas en las que nos mirábamos,
no se el qué, puede ser que seamos
algo de brujos y que si en si mismo nos encerramos
lleguemos a alcanzar altas cotas de misticismo barato,
pues el otro, el bueno
si es que alguna vez fue pesado
solo se da en las ágoras y en los mercados.

Bien por todo y más bien por lo que pensamos,
que todo viene cogido
la de la naturaleza de todas las apuestas
es la que mejor sirve para cuadrarnos
y ante el nacimiento de los días
alzar la mirada y soñar con lo que de pequeños soñábamos
con un mundo mejor
en el que no sufran los seres humanos,
donde se respeten valores,
acaso si nos damos la vuelta y nos giramos
comprobaremos con gran agrado
que no somos únicos y que hay plagios,
bienvenidos sean los fértiles granos,
los tallos que crecen,
los surcos bien regados,
la espigas doradas,
las simientes que se plantan tirándolas a puñados
y si en todo nos concienciamos
los días con lluvia
en que se ven los campos
con esa felicidad extrema
de quien se sabe bendecido por la voluntad divina
de no sabemos que astro.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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