Y recuerdo aquel lugar
casi el cielo terciopelo,
el agua un manto de vida
por el cual corrían los besos,
los árboles eran
los testigos
de un amor sincero,
por allí las aves
vistiendo a la novia
con sus plumajes de todos los colores
con que la paleta de un pintor
pinta un amor sincero
y corren los animales
que al abrigo de los malos vientos
observan ese cortejo
de vida y amor
y detrás asumiendo
su papel de enamorados
que pueden con todo lo que les
llega desde lejos,
tú y yo,
asumiendo
nuestro papel
de protagonistas
de un encuntro
para el cual
hay que llevar las alforjas llenas
de cariño tierno.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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