Estoy componiendo el poema de mañana,
hoy ya para ustedes,
para mi fue ayer cuando me puse
a pensar que era lo que quería
y me costo colocar la primera letra,
después de esto
las ideas brotaron de continuo
y ahora ya estoy encaminado,
es como si solo hubiera en este instante
un motivo
para estar despierto
y no en el lecho ya recibiendo
del sueño sus primeros avisos.
Un deseo pasó por mi cabeza
y pensé de repente en los estallidos
de los ruidos
cada cual diferente en su forma,
intensidad y tono compartido
con otros ruidos molestos
que llegaban hasta allí donde yo intentaba
escribir un poema en ausencia de sueño
y de otro tipo de apetitos.
El amor que ruge es un buen argumento
para dejar millones de sílabas
en los surcos que abro
cada vez que cultivo de ese alimento nutritivo
que sirve para que el mundo continúe siendo
un lugar en principio propicio
para que nuevas generaciones de seres humanos
experimente sobre lo mismo.
Pero la noche es traicionera
todos sabemos como son los besos
allí donde la oscuridad dormita
mientras la luz se hace foco intensivo
en la pasión que se abre
entorno a lo mismo.
¿Acaso nadie ha vivido un desamor
y ha salido o más crecido
o más hundido?
¿Acaso nadie que es poeta
se ha comido un poema
como si este fura un grano de trigo?
Quien no ha amado
nunca sabrá cuales son los peligros
que se derivan
de un acto de un calibre desmedido.
Si Dios no hubiera tirado
a Adán y Eva del paraíso
el amor sería algo desconocido
ya que para que se de un querer
convertido en verdadero vínculo
se tiene que experimentar
desde el dolor
hasta llegar a ese punto
en que se abre una ventana
y aparece al otro lado de un muro
lo que buscas y sientes
ya convertido en el sabroso alimento
que procura placeres mutuos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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