domingo, 29 de septiembre de 2024

POESÍA: PASÓ UN PAVO SOPLANDO

 Me muerde el día, 
sólo un tanto,
un mucho,
me atraganto,
 carajo,
y lo hace con descaro.
Me muerde el alma
aquella que era de enamorado,
ahora un desierto vacío
entre soles y el encontronazo,
del frío por las noches
mis palabras congelando.
Me llena de gozo
 el saber que vuelven 
los poetas enamorados,
esos que viven inmersos 
en aquellas sus cosas
y se olvidan de las otras 
de las que van pasando.
Se que lo suyo
es dar  rienda suelta al cuerpo,
complacerse y agotarse 
en batallas que mueren 
al poco rato, 
de esas que no pasan a la historia
si detrás no hay un final trágico.
De esto que estamos hablando
 quedan para la historia,
Romeo y Julieta
y un libreto que los trata 
a la altura del mejor de los parnasos
o los amates de Teruel, 
en su pueblo enamorados
de quienes con sus luces
una tragedia originaron,
o,
Juana de Arcos, 
Santa Teresa de Jesús
la Madre Teresa se Calcuta 
y un largo repertorio:

Alice Keppel, 
Barbara Villiers, 
Madame de Pompadour, 
Diane de Poitiers,
Arabella Churchill,
Mesuline von der Schulenberg,
Maria Fitzherbert,
de mujeres de todos los estilos
que aparecen a diario
para recordar 
al mundo greco/romano/hispano/anglo/europeo/americano,
que somos frágiles 
casi plumas de pavos,
que a poco que sopla el viento
entre soplidos del viento
nos alejamos.

Autor: José Vicente Navarro Rubio


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