El profeta con sus barbas blancas,
con su todo,
juego de azucenas
si es que existen encarnadas,
por allí el lama,
los recuerdos de uno
y su mirada,
todo convertido
en un espacio de tiempo
en que la manecilla de un reloj
se adelanta,
así de fácil,
así es caramba
el poder escribir un poema
y el no decir nada.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.