viernes, 19 de agosto de 2011

POESÍA: VIA CRUCIS

El Vía crucis es una devoción centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión.
La difusión del ejercicio del Vía crucis ha estado muy vinculada a la Orden franciscana. Pero no fue San Francisco quien lo instituyó tal como lo conocemos, si bien el Pobrecillo de Asís acentuó y desarrolló grandemente la devoción a la humanidad de Cristo y en particular a los misterios de Belén y del Calvario, que culminaron en su experiencia mística en la estigmatización del Alverna; más aún, San Francisco compuso un Oficio de la Pasión de marcado carácter bíblico, que es como un «vía crucis franciscano», y que rezaba a diario, enmarcando cada hora en una antífona dedicada a la Virgen. En todo caso, fue la Orden francisana la que, fiel al espíritu de su fundador, propagó esta devoción, tarea en la que destacó especialmente San Leonardo de Porto Maurizio.
El Vía crucis consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión del Señor. A veces se añade una decimaquinta, dedicada a la resurrección de Cristo. En la práctica de este ejercicio piadoso, las estaciones tienen un núcleo central, expresado en un pasaje del Evangelio o tomado de la devota tradición cristiana, que propone a la meditación y contemplación uno de los momentos importantes de la Pasión de Jesús. Puede seguirle la exposición del acontecimiento propuesto o la predicación sobre el mismo, así como la meditación silenciosa. Ese núcleo central suele ir precedido y seguido de diversas preces y oraciones, según las costumbres y tradiciones de las diferentes regiones o comunidades eclesiales. En la práctica comunitaria del Vía crucis, al principio y al final, y mientas se va de una estación a otra, suelen introducirse cantos adecuados.

Punto cero,
¿meridiano a saber?
Comienza la aventura
de subir al castillo de Cullera
por esa senda en zig zag
que lame su montaña y llega
hasta la mismas puertas del Santuario
de la Madre de Dios
convertida en tienda de regalos
y lugar de culto.

Se empina la calle del Calvario
desde su comienzos junto al Mercado
y subo a buen ritmo
rodeado de casas alzadas
allí donde la roca les hizo sitio,
y entre geranios y magnolias
y algún que otro ladrido
amenazador de perro
que adivino debe proceder
del más allá de los confines
de las blancas fachadas.

Continuo en la aventura
y llego hasta el primer rellano
donde tomo aire
mientras veo
con una cierta indiferencia
que detrás de mi prolongada sombra
se acercan otros peregrinos
con el ánimo puesto en subir
hasta lo más alto del castillo
y yo me pregunto será fe o desatino.

La Torre de la reina Mora
se levanta al final
de ese primer rellano,
tambien tuvo que ser
de su rey altivo,
y se alza sobre el llano circundante
dominando las vastas tierras
que vienen a recaer
sobre la montaña inhospita
buscando en su útimo aliento de vida
sombras y trinos
de sus aves cotidianas
que tienen su punto de apoyo
en las altas copas de los pinos.

Se divisa la Sierra de Corbera
a lo lejos como si fuera,
imaginación hay que tener,
la cresta de una ola petrificada
y viene a morir
¡pobre de ella!
donde surgen las tierras de arrozales,
tan inhospitas y propagadoras
de enfermedades y plagas
que diezmaban a la poblaciones ribereñas
hace unos siglos
a pesar de las muchas rogativas
y cuidados de los galenos de turno.

Y continuo andando
mientras llego
a esa primera estación
y paro a proposito
delante de ese casilicio
de piedra esculpida
para ver
como se dió sentencia de muerte
al redentor
mientras de repente suenan
las campanas
sobre las 12:30 horas,
de esta mañana,
en que el mes de agosto
amenaza altas temperaturas,
enmedio de una senda
estéril de sombras.

Y leo:

“Considera alma perdida
que en aqueste paso fuerte:
se dio sentencia de muerte
al redentor de la vida”

Y escribo:

La senda sigue
y llegamos
a la segunda estación
intentando expirar los pecados
pues sabed
que así debe ser.

Y leo:

“Pecador mira
a Jesus con la cruz
que le has cargado
pues te dice lastimado
tus pecados son mi cruz”

Es en esta tercera estación donde pienso y escribo:

“Cristo en tierra ha caído
llora y gime arrepentido
con lagrimas de dolor,
mientras a mí me duele el alma
de ver con ojos cautivos
como Cullera ha dejado de ser
puerto marino
para convertirse en carrusel deportivo”

Y leo en esta tercera estación:

“Si eres causa pecador:
que Cristo en tierra
ha caído
llora y gime arrepentido
con lagrimas de dolor”

Y escribo:

“No hay tres sin cuatro
y la pelota en el tejado.

Amor de madre solo hay uno
y este fue Señor
el de la Virgen María
que desde el principio de tu pasión
te cuidó y bajo de la cruz
para darte sepultura
y acabar de esta forma con tu martirio”

Y leo:

“En este sitio sagrado
la madre más excelente:
con dolor muy vehemente,
abraza s su hijo amado”

Y escribo:

“Junto a una higuera
de higos chumbos
se alza esta V estación
como si quisiera decir:
alto que aquí estoy yo
entre espinos y dulzor”

Y leo:

“Por cumplir su mal deseo,
aquella perversa gente
da al cordero muerte
por su alivion Cirienéo”

VI estación

Y leo:

“Irrita la compasión
de la Veronica y su manto.
Si de Cristo el rostro santo
quieres en tu corazón”

Y escribo:

A mitad del camino llega esta VII estación
en la que atino a decir:

“Que dolor verte Jesus
intentar levantar la cruz
y al centurión
latigándote sin compasión
por ser hijo de Dios”

Y leo:

“La gravedad de tu ofensa
segunda vez,
con exceso dio a la tierra
con el peso, a la Magestad inmensa”

Estación octava

Y leo:

“Abrasado en caridad: aquí dixo
el sumo Bien: Hijas de Jerusalen
sobre vosotrás llorad”

Y escribo:

A estas horas Señor
por ser hijo de Dios
te espera la muerte
y segura resurrección.

Estación Nona

Y leo:

“Pecador anda advertido,
pues llevando tu pecado
mira como me has cargado:
que tres veces he caído”

Y escribo:

“Por caer cayó
y con muchas penas
se levantó
y de esta forma llevó
el calvario nuestro Señor”

De la novena a la décima estación:

Y escribo:

“Se ve la montaña
y una pinada inmensa
crecer en tu verde corazón
al lado de chumberas, matorrales
e higueras impenetrables
como las selvas amazónicas,
cuanta desolación”

Y leo:

“Aquí desnudo y sangrando
Christo la mirras gusto
y el beber la rehuso
por no aliviar a us tormento.

Undecima estación:

Y leo:

“Aquí fue
en la cruz clavado
rotas las manos y pies
pecador que así lo ves,
como abrazas el pecado”

Y escribo:

Entre tormentos
y pasiones fue el día
pero para tormentos
el de aquellos fariseos, Señor,
que te vendieron al mejor postor.

Duodesima estación:

Y escribo:

“Cuanto cuesta señor
seguir tu aventura
de morir en la cruz
por querer ser nuestro Redentor”

Y leo:

“Ni los clavos ni el madero
bien te tienen aquí clavado
sino solo tu pecado,
y lo mucho que te quiero.

Y escribo:

Ya la meta cercana
le doy gracias al señor
por ser benévolo
con este pobre pecador.

Terciadecima

Y leo:

“Aquí a Christo desclavaron,
y en los brazos de su Madre
la misma hechura del Padre,
a la Virgen le entregaron.

XIV y última:

Y leo:

“Pecador detén tu afan,
que en este sepulcro
yace Dios Hombre que sastiface,
por el pecado de Adán.

Y escribo:

Sobre esta estación se abre
el Castillo y el Santuario
cada uno va a lo suyo
y los dos van a lo mismo
desde los siglos de los siglos.

Y llegado al final
descanso bajo las sombras de un pino
que extiende sus ramas
y se va a la busqueda del espacio infinito.

Veo desde el jardín
del Santuario y del Castillo
la bahía inmensa
que va desde el Faro
hasta la playa de Tavernes
y resalta
en el mar un pequeño punto
conocido como isla De los Pensamientos
donde rompen las olas
y luego siguen su camino hasta la playa
lugar último donde poder morir..


José Vte. Navarro Rubio



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