Me llené de congoja
y me asaltaron las dudas
lo que me ocurría no era nuevo,
simplemente era así.
Y pasé camino de una ciudad
Cuenca,
tan encantada y sutil
como los cuentos de Blanca Nieves, Pinocho
y como las pesadillas del hombre del saco,
total,
ir,
por esos caminos de María Sarmientos
hacia otros lugares por descubrir.
Sentí
al pasar montado en aquel autobús
melancolía
y miré con mis 6 años hacia allí
donde el castillo estaba
y no vi
señales de humo salir,
ni a los moros ni al Cid.
Comprendí
que aquello no era un juego
y con todo ello
todavía tuve tiempo para sonreír
aunque el miedo a lo desconocido
anidaba dentro de mí.
Vi un castillo.
Tan real era que juro que lo vi.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario