POESÍA: LA MANCHA DE DON QUIJOTE EN EL CORAZÓN DE ESPAÑA

Rumores de olas que no llegan,
se extiende la meseta
allí donde Dios la puso
y nos muestra su vientre repleto
de ilusiones y sonrisas,
de desvelos y caricias
de amores por sus gentes y tierras.
Viven en la  noche
contándose historias y aventuras
las frágiles y doradas por el sol espigas
y los amarillentos girasoles,
los milenarios olivos de aceites enamora paladares
y las vides ceporras de futuros vinos incorruptos
como el cuerpo de un santo
sufridor en tierras extrañas de martirio.
Se alzan los pueblos blancos por fuera y dentro
junto a campos, dehesas, encomiendas y navas
repletos de naturaleza viva,
montes con árboles y arbustos,
ribazos sometidos  a los caprichos
de una juguetona naturaleza,
caminos, sendas, veredas cementerios y apriscos
de la Mancha eterna de D. Quijote.
Relucen los pueblos, aldeas y villas
como si fueran destellos del sol
en ese espacio infinito
junto a los llanos,
en los pelados altillos,
al lado de corrientes perezosas, de ramblas y ríos,
cerca de los castillos.
En las cercanías y lejanías
la Mancha es una buena madre
de corazón desde siempre unido
a tierras, personas y animales,
formas de entender la vida, costumbres forales,
y rituales de abrir los ojos
a la vida, al amor y a la muerte.
Nace La Mancha
allí donde uno quiere y pone la vista
pues no tiene límites precisos
y viene a morir dulcemente
sin reclamar nada y sin quejidos,
en algún perdido cruce de caminos.

Autor: José Vte. Navarro Rubio