Tanto querer a la vida
y no poder regalarte
ni un minuto nuevo
ni un segundo de aquellos
en que tanto hiciste por agarrarte
a ese cordón umbilical
bordado con las iras de los que hieren y mienten.
Mata el mundo, la vida y las personas,
se mata de todas las formas
y a ti te mató un poco
un butanero que vendía aceite,
una jeringuilla, la cruel enfermedad
y la tristeza al saber
que dejarías de ver un paisaje
el de tu Galicia querida
aquella que te quitaba el hambre
y te saciaba de mar, sal y coraje.
Por todo un poco te fuiste
tu solo
y sin necesidad
de que nadie por ti clamase.
Nada ni nadie
te convido a ese último viaje.
Negros los ojos se pasean por un escaparate
donde yace tendido boca arriba un libro
y ante el se detiene la mirada
que escudriña mientras el corazón late,
es poesía última de un poeta que no sabe
las vueltas que da la vida,
pues el yace,
tan muerto yace
que hasta le hacen homenajes.
De amor y enfermedades tanto sabías
que ya la luna crujiendo
se despertaba con ladridos de lobos
y se acostaba con esa muerte
que dormía junto a tu regazo
y un día sin despertarte
te ahogo en silencio
y en silencio quedastes.
Flor con sentimientos estercolada
y con lágrimas regadas
se alza
junto a la casa, al lado de un estanque,
enmedio de ese poniente
donde todavía late
un corazón sin nervios ni sangre.
Por allí por donde tu paseastes,
amastes, reistes y llorastes
dicen que con tus penas se renueva el aire
al tiempo que nos llega un claro mensaje:
"Amarte, vida, amarte casi siempre,
aunque seas dura y lleves mientras tanto
piedad y odio intermitentemente"
Autor: José Vte. Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario