Arañe en un papel
y encontré una palabra escrita
a pluma
y con tinta china
que decía solamente “vivir”
y me pregunté
en que día debió de ser escrita
y de quien sería.
Lo que a simple vista parecía un borrón
de pronto tomó vida
y en mis ansias de llegar
hasta aquel preciso día
di la vuelta al papel
y vi una fotografía
de un soldado de la II República
que a la guerra se iba
camino de aquel Madrid
y de aquel puente de los franceses
donde un soldado
de un batallón de artillería se batiría
contra las fuerzas rebeldes
enclavadas al otro lado de una Gran Vía.
16 años eran parte de su equipaje
y una gran sonrisa
ganada al sol allí donde las ovejas parían
corderos de lanas finas
y los campos naturaleza viva.
En el Puente de los franceses
los soldados de las dos Españas compartían
los cigarros y canciones aprendidas
en los mismos bares de una España herida
por la peor de las pesadillas.
Rojillo pásame la hebra,
fascista toma el papel y tira una cerilla
y a la hora de desenvainar las bayonetas
los rojos y los fascistas
se miraban con cara de odio
y cada uno con su colilla a flor de labios
arremetía.
Hebra, papel y cerillas
de una España malherida
con olor a vino rancio,
cante hondo de las minas
y música de guitarras aderezadas con castañuelas y una seguidilla
la guerra sirvió para que los campos parieran lagrimas vivas.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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