Insumiso desde la poesía
y en su andar pausado llega
a besar la tierra
y alzarse en la cumbre de su carrera
con ese premio Cervantes
al que también le vienen
los poemas
de este hombre
comprometido toda su vida
con seguir a su conciencia
hasta allí donde la palabra se revela
y el se muestra inconformista.
Discontinuo e intermitente
como un río Guadiana que se oculta
venía a resurgir
de vez en cuando
y de todas las maneras
para expresar su palabra
y haceR con su elocuencia
trino de ave
cantando en un agosto de calina cierta
allí donde el hombre recoge los frutos
y los convierte en la era
en grano con que llenar las bocas de los que esperan
versos que curen su sed de ser libres
y gritar a los vientos su tragedia
de vivir para morir
y oír en la plaza, tahona, mesón y bodega
que se nace en la vida
para que otros vivan de ella.
Duda el mundo
y duda él
y esa es su grandeza
dudar de todo
y hacer de la duda
poesía imperecedera
con retratos a colores y en blanco y negro siluetas
de un niño corriendo
y detrás de él el tiempo
lamiéndole las piernas.
Ni rima, ni metro prefijado
y que cada uno piense lo que quiera
pues esa es su poesía
y en ella exclamaciones
que convergen en un punto donde la interrogación
disipa las dudas y te acerca
a un caudal de rumores
que en el alma
y allí donde la conciencia se despierta
se mecen en un mar lleno de tormentas.
Vivir y escribir al mismo tiempo
y tener esa decencia
de pensar en los demás
como si los otros fueran los maestros
y el un aprendiz de una fabrica
de puertas abiertas
a un paraíso desde el que se contempla el Parnaso
y en medio de nubes y estrellas
la Academia de la Lengua.
Sin muletillas ni ascendentes,
ni nada que se parezca
en su lucha antifranquista
fue fiel con su conciencia
y junto a otros poetas
de la generación del 50
creó escuela.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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