Un pueblo y todos los pueblos,
un pueblo en mi vida,
se llame como se llame
y viva en él quien viva
pues si es pueblo
debe tenr la dicha
de nacer a los días
sintiendo en sus huesos y carne
que es parte de un cuerpo
y que la sangre
que corre por sus venas
es como el agua de las fuentes
y de los ríos
corriente de vida.
Un pueblo y en el una sociedad
para que viva
y haga historia
y recuerde siempre
pues en ello
está la dicha
que es pueblo
para fomentar valores
y para sentirse siempre hospitalario
pues la dicha
nace de compartir alegrías
y de ser en los desiertos del mundo,
en las playas altas, bajas y con rocas y arenas gordas y finas
como un oasis
al que poder recurrrir
para en él encontrar cobijo y comida.
Todos los pueblos del mundo,
todas las sociedades
con su lengua y cultura
tienen el derecho a expresarse
y a ser dueñas de sus vidas
y en ello todos
sin distinción
y en eso que se llama civitas
debemos ser consecuentes
y expresar la alegría
de ver el nacimiento de nuevos pueblos
y que estos bajo el patrocinio
de quien tiene poder para dictaminar su soberanía
puedan crecer y tener algo más
que no sea sentimientos ocultos
en algún rincon o buhardilla.
Palestina es uno de esos pueblos
que nacen entre corrientes
de un golfo de aguas con creencias zoroastristas, cristianas, mulsumanas y judias
y en él
a poco que miremos en un mapa
y marquemos una linea
nos saldrán
cual operación aritmetica
de pocas cifras
espacios sobre los que personas atraídas
por costumbres antiguas,
por odiseas, cuentos, leyendas y fantasias
quieren, espero, esperamos y se busca
que sean libres y sin ataduras
como la horma de un zapato y su hebilla
antes de ser calzadas y arrastradas por los caminos de la vida
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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