En el día a día
en el manantial de las horas
en los que todos nos miramos
brota la palabra
y no es cuestión de magia
ni de conjuros de necios
el que con ella te sientas a gusto
pues ella eres tú
y tú sin ella andarías perdido.
La palabra nace, se cría y muere
en ese calendario de la vida
que todos seguimos
y se convierte, así es su destino,
en guía y fiel compañera
de nuestros momentos más íntimos
y con ella,
ya nosotros desaparecidos
nos vamos hacia otros mundos.
No me alejo de mi mismo
pues mi palabra me sujeta
y me hace que no pierda el rumbo.
Mi palabra es ley
y con ella construí mi razón de ser
sin más artilugios que mucha paciencia y pan como ayuno.
No me pierdo por esos laberintos
de los que sin conocerse a ellos mismos
afrontan nuevos retos
sin hacer balance de lo que fueron
y han sido
y al tiempo que una fragua
convierte el mineral de hierro
en azadón, reja y arado de abrir surcos
busco refugio
allí donde el fuego de mis recuerdos
es más vivo.
ya de temple los sentimientos
y a la espera el camino
me hago amigo de los amigos,
ignoro a los enemigos
y me meto en un bolsillo
aquello que la vida me ha enseñado
y creo que es necesario y justo
para recibir enseñanzas
como si fueran abonos
que ayuda a brotar los frutos.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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