Y tomó forma el cuerpo
y con él la vida
y tomó los alimentos,
bebió de las guas de los ríos,
respiró de los aires libres de los cielos limpios.
Se detuvo, en el séptimo día
quizás por imperativo, mandato, o quien sabe por qué motivo
y sin librar batallas
y sin crearse odios entre los individuos
surgió la tierra
tan pequeña vista desde el infinito
que un grano de arroz a su lado era de grande como todo el mundo.
No hubo silencios
sino profundos gritos, alaridos, ruidos, gorjeos y por último
la luz
que venía suelta sus trenzas
por todos los sitios,
entrando en las cuevas, en los palafitos, entre las ramas de los árboles,
en los hormigueros y más allá de donde uno puede ver con sus ojos lo que la tierra esconde
entre las raíces de todas las especies vegetales
hasta las que crecen en lo alto de las montañas, en las mesetas, llanos y en los abismos.
Así fue
y así lo dejo escrito
como de pronto me ha venido
esta necesidad de explicar ese sueño que me despertó anoche después de leer un libro
de Miguel de Unamuno y aquello de "vamos pues a mitologizar" y caí en este asunto.
Autor: José Vte Navarro Rubio
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