lunes, 7 de octubre de 2013

POESÍA: LAS CIUDADES TAMBIÉN MUEREN



En el último momento
es la mirada la que me lleva hacia un bosque de edificios
que podrían ser de cualquier ciudad
si no fuera porque en el billete que llevo en el bolsillo
figurara ida y vuelta Valencia a Madrid.
Dejo la ciudad abandonada a su destino
a la espera de que las ratas salgan de las alcantarillas
para darse el gran banquete de su vida
comiendo todo clase de desperdicios abandonados sobre las aceras.
Desconozco el momento en que una ciudad cambia de costumbres y se convierte en una cloaca
sin realizar ningún curso de reciclaje ni intervenir en ningún tipo de concurso.
La ciudad que dejo muere abandonada a su suerte
mientras nosotros los ciudadadanos solo aspiramos ya en este declive marcado por las encuestas
a continuar figurando en un listín de teléfonos
y en los programas informáticos de la hacienda pública.
Asqueado de este siglo XXI continuo mirando por la ventanilla,
lo único agradable que veo es el patio de una escuela con unos niños jugando,
todo lo demás forma parte del mismo guión,
es por eso que me acomodo y cierro los ojos
al menos me reservo la vista para mejor ocasión
si es que la hubiera y se diera ese tiempo necesario para disfrutar de otro tipo de sensaciones.
Parte el tren por una vía proyectada para ser solo soporte sobre el cual poder circular los trenes
y la ciudad olvidada por instantes se va quedando atrás
con sus ministerios, oficinas, parques, museos y guaridas de ratas en las alcantarillas
a la espera de que la noche llegue para hacer sus salidas y darse el gran banquete.

Autor: José Vte. navarro Rubio

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