La poesía no crece
como la mala hierba
sobre los campos
sembrados de minas
ni sabe de otra música
que no sea
la que se oye tocar
en las tabernas de los puertos
y en los todavía casinos
con luces comidas
por el humo de los puros.
La poesía brota
en las galerías de las minas
allí donde viven desterrados
los pensadores libertarios
y los últimos cultivadores
de páginas escogidas.
La poesía como herramienta
me recuerda
que somos aprendices de brujos
siempre a pie de camino
con las alforjas preparadas
y el pensamiento fijo en coger el último tren
de una de esas estaciones de transito
con reloj de pared señalando que es la hora del retiro.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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