La familia fallecida por alimentos en mal estado comía de la caridad.
Domingo, 15 Diciembre 2013
La pobreza tiene a su alcance muchas formas de matar. A veces mata de hambre, pero otras mata con el estómago lleno. A traición. Así, con el estómago lleno pero de pescado en malas condiciones, han muerto tres miembros de una misma familia -los padres y una hija de 14 años- en la barriada de Rabesa, en Alcalá de Guadaíra (Sevilla). La familia atravesaba un mal momento económico. El padre trataba de salir adelante con lo que fuera, hasta recogiendo cartones, y había solicitado el salario social. Aceptaban donaciones de comida, incluso caducada -informa Efe- si no había otra cosa.
Los tres fallecidos cenaron el viernes junto a otra hija, también menor de edad, en el domicilio familiar, y todos se sintieron indispuestos durante la madrugada. Telefonearon, de hecho, al servicio de urgencias, que les atendió en el domicilio. Horas después, su estado se agravó. Cuando llegaron de nuevo las urgencias, la situación ya era irreversible.
Las sospechas de las autoridades sanitarias y de la Policía Científica se centran en un pescado en adobo que formó parte de la cena. El adobo, por su importante contenido en vinagre, oculta sabores que, en otras circunstancias, pueden advertir de la presencia de un alimento en mal estado.
Los síntomas iniciales de la intoxicación debieron de hacerse evidentes sólo unas horas después de la cena, porque la primera llamada a los servicios de urgencias desde el domicilio familiar se produjo a las 2.55 horas de ayer, sábado. Un equipo móvil del dispositivo de Cuidados Críticos de Urgencias de Alcalá de Guadaíra, compuesto por un médico, un enfermero y el conductor, se desplazó al domicilio para atenderles.
Los cuatro miembros presentaban un cuadro de náuseas y vómitos, pero tras la atención sanitaria básica no se produjo ningún traslado a un centro hospitalario.
Unas horas después, en torno a las 9.10 de la mañana, desde el mismo domicilio se efectuó una segunda llamada al centro coordinador de urgencias alertando de un agravamiento de los síntomas. A esa hora, una de las hijas, de 14 años, agonizaba en su dormitorio.
El equipo enviado en esta segunda ocasión encontró a dos adultos, los padres, en estado grave y a la mayor de las niñas, de 14 años, en parada cardiorrespiratoria, según informó la Consejería de Salud. Los sanitarios trataron de reanimarla, pero la joven falleció.
De inmediato, se solicitó un segundo equipo sanitario que se desplazó al lugar y procedió al traslado de los afectados al Hospital Universitario de Valme. Se trata de un varón de 61 años y una mujer de 50, que ingresaron en la Unidad de Cuidados Críticos de dicho hospital, donde fallecieron durante la tarde de ayer. También fue atendida una niña de 13 años, la menor de la familia, que posteriormente fue trasladada a la unidad de cuidados intensivos del Hospital Infantil del Virgen del Rocío. La menor evoluciona favorablemente y posiblemente pasará a planta en breve.
Tras conocer los hechos, la Junta activó su red de alerta. Un equipo de Salud Pública de la Delegación Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales realizó un estudio epidemiológico y varios sanitarios se personaron en el domicilio para tomar muestras.
La Consejería considera prioritario en este momento conocer el origen del alimento en mal estado, probablemente el pescado, por si la intoxicación se hubiera producido en una fase anterior a su llegada al domicilio. En ese caso, sería imprescindible identificar la partida de origen y bloquearla.
La Policía Nacional de Alcalá de Guadaíra se ha hecho cargo de la investigación. Una forense de la brigada de Policía Científica tomó muestras biológicas de los afectados y de los alimentos que consumieron para su envío al Instituto de Toxicología, para la posterior remisión de los resultados al juzgado.
Los tres fallecidos cenaron el viernes junto a otra hija, también menor de edad, en el domicilio familiar, y todos se sintieron indispuestos durante la madrugada. Telefonearon, de hecho, al servicio de urgencias, que les atendió en el domicilio. Horas después, su estado se agravó. Cuando llegaron de nuevo las urgencias, la situación ya era irreversible.
Las sospechas de las autoridades sanitarias y de la Policía Científica se centran en un pescado en adobo que formó parte de la cena. El adobo, por su importante contenido en vinagre, oculta sabores que, en otras circunstancias, pueden advertir de la presencia de un alimento en mal estado.
Los síntomas iniciales de la intoxicación debieron de hacerse evidentes sólo unas horas después de la cena, porque la primera llamada a los servicios de urgencias desde el domicilio familiar se produjo a las 2.55 horas de ayer, sábado. Un equipo móvil del dispositivo de Cuidados Críticos de Urgencias de Alcalá de Guadaíra, compuesto por un médico, un enfermero y el conductor, se desplazó al domicilio para atenderles.
Los cuatro miembros presentaban un cuadro de náuseas y vómitos, pero tras la atención sanitaria básica no se produjo ningún traslado a un centro hospitalario.
Unas horas después, en torno a las 9.10 de la mañana, desde el mismo domicilio se efectuó una segunda llamada al centro coordinador de urgencias alertando de un agravamiento de los síntomas. A esa hora, una de las hijas, de 14 años, agonizaba en su dormitorio.
El equipo enviado en esta segunda ocasión encontró a dos adultos, los padres, en estado grave y a la mayor de las niñas, de 14 años, en parada cardiorrespiratoria, según informó la Consejería de Salud. Los sanitarios trataron de reanimarla, pero la joven falleció.
De inmediato, se solicitó un segundo equipo sanitario que se desplazó al lugar y procedió al traslado de los afectados al Hospital Universitario de Valme. Se trata de un varón de 61 años y una mujer de 50, que ingresaron en la Unidad de Cuidados Críticos de dicho hospital, donde fallecieron durante la tarde de ayer. También fue atendida una niña de 13 años, la menor de la familia, que posteriormente fue trasladada a la unidad de cuidados intensivos del Hospital Infantil del Virgen del Rocío. La menor evoluciona favorablemente y posiblemente pasará a planta en breve.
Tras conocer los hechos, la Junta activó su red de alerta. Un equipo de Salud Pública de la Delegación Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales realizó un estudio epidemiológico y varios sanitarios se personaron en el domicilio para tomar muestras.
La Consejería considera prioritario en este momento conocer el origen del alimento en mal estado, probablemente el pescado, por si la intoxicación se hubiera producido en una fase anterior a su llegada al domicilio. En ese caso, sería imprescindible identificar la partida de origen y bloquearla.
La Policía Nacional de Alcalá de Guadaíra se ha hecho cargo de la investigación. Una forense de la brigada de Policía Científica tomó muestras biológicas de los afectados y de los alimentos que consumieron para su envío al Instituto de Toxicología, para la posterior remisión de los resultados al juzgado.
Un hombre de 61 años, una mujer de 50 y su hija de 14 años fallecieron este sábado en Alcalá de Guadaíra (Sevila) por una intoxicación alimentaria, mientras que otra hija de 13 evoluciona favorablemente en un hospital. Las víctimas, que vivían de la recogida de cartones y de comida caducada que les regalaban, habían cenado pescado el viernes, y poco después empezaron a sentirse mal, con diarrea y vómitos.
El equipo de Salud Pública realizó una encuesta epidemiológica y una toma de muestras, que serán analizadas desde el punto de visto toxicológico y microbiológico con el fin de determinar las posibles causas del fallecimiento y de la hospitalización.
El caso está bajo secreto de sumario por lo que el Ayuntamiento ha pedido "respeto y que no se hagan especulaciones hasta que no se levante el secreto del sumario y se conozcan las verdaderas causas del sucedo", señala un comunicado.
El servicio de Urgencias de Sevilla recibió en la madrugada de ayer sábado una llamada procedente de un domicilio de Alcalá de Guadaíra, en la que se solicitaba asistencia por un cuadro de náuseas y vómitos. Desde el centro se envió un equipo de urgencia establecido en el protocolo para estos casos.
Pasadas las nueve de la mañana, el centro atendió una nueva llamada desde el mismo domicilio debido a un agravamiento de los síntomas. El equipo se encontró a dos adultos en estado grave y a una niña de 14 años en parada cardiorrespiratoria. Los profesionales de urgencias solicitaron de inmediato un segundo equipo sanitario que se desplazó al lugar y trasladó a los enfermos al Hospital Universitario de Valme donde tres de ellos fallecieron.
CRISIS
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Normativa promovida por el Gobierno heleno
Grecia pone en marcha la venta de productos caducados en las tiendas
Una mujer compra fruta en una tienda en Atenas. |Reuters
La entrada en vigor este lunes, primer día laborable de septiembre,
de una normativa que permite a tiendas y supermercados de Grecia vender productos caducados a bajo precio ha despertado polémica en un país golpeado por la crisis.
La nueva normativa autoriza a los negocios de alimentación la comercialización de productos cuya fecha de "consumo preferente" haya vencido, siempre que se haga en estantes separados y con un precio reducido.
Dentro de la categoría de productos que se pueden vender también entra cierto tipo de alimentos de larga duración que podrán ofrecerse al público con descuento después de su fecha de caducidad.
Aquellos cuya fecha de caducidad se indique mediante día y mes, podrán venderse hasta una semana después de dicha fecha; los que se indiquen mediante mes y año, hasta un mes después, y los que se indiquen mediante año, hasta tres meses después.
Sin embargo, el secretario general de Consumo del Ministerio de Desarrollo, Yorgos Steryiu, aseguró que la directiva ha sido "malinterpretada" por los medios y dijo que no se trata de la fecha de caducidad la que se utilizará sino "la fecha de venta al público".
Varias asociaciones de consumidores se han quejado también sobre la normativa y la Organización Griega de Seguridad Alimenticia tachó de insuficiente la nueva legislación asegurando que hay muchas "zonas grises" mediante las cuales empresarios "desaprensivos" podrían "poner en el mercado productos alimenticios de dudosa calidad".
Una fuente de Alfa-Beta, una de las principales cadenas de supermercados de Grecia, explicó que hasta donde a ellos les concierne sólo se había hablado de poner a la venta productos cuya "fecha de consumo preferente" hubiese expirado, aunque finalmente la empresa desestimó hacerlo para mantener su política de calidad.
El pasado año, el Parlamento Europeo aprobó una resolución llamando a las empresas a mejorar el empaquetado y definir de diferente forma la caducidad de sus productos para evitar el despilfarro y desperdicio de comida. Grecia se halla en su sexto año consecutivo de recesión, algo que ningún país desarrollado había vivido desde la Segunda Guerra Mundial.
De acuerdo a un estudio del Instituto del Trabajo, ligado a los sindicatos, en 2014, los griegos habrán perdido la mitad de poder adquisitivo respecto a los niveles anteriores a la crisis.
Un 20,7% de los ciudadanos consume alimentos caducados si no ha pasado mucho tiempo desde que la fecha venció. El 19,5% los tira o ingiere en función del tipo de producto. Los que menos reparo suscitan son, con mucha diferencia, los yogures —el 78,8% de los que acostumbran a tomar alimentos caducados los toma—. Después de este tipo de lácteos están las pastas, la leche o los dulces. A pesar de las cifras, el 59% de los españoles respeta las fechas límite y prefiere desechar los alimentos caducados, según un estudio monográfico sobre los hábitos de consumo que ha realizado el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Del informe, elaborado con datos obtenidos a través de entrevistas telefónicas a 1.500 personas, se desprende no obstante el gran desconocimiento que los ciudadanos tienen sobre las diferencias entre la fecha de caducidad —aquella tras la cual el fabricante no garantiza la seguridad del producto— y consumo preferente —el producto sigue siendo apto e inocuo pero habrá perdido algo de olor y sabor—. Y no solo por lo que los ciudadanos creen conocer, ya que el 64,7% de los encuestados afirma ser consciente de la diferencia. También, y sobre todo, por aquello que refleja sus respuestas. Entre las contestaciones espontáneas que los consumidores dieron al preguntárseles por aquellos productos que consumían o tiraban a pesar de haber caducado, se encuentran productos que, en realidad, no caducan como el arroz, la pasta, las conservas o las legumbres; cuya fecha de consumo solo es recomendada. Son alimentos considerados semiperecederos; es decir, que van perdiendo cualidades cuando la fecha de consumo recomendada ha pasado, pero que (si se han conservado bien y sin abrir) no suponen riesgo.
Corregir esa desinformación –que gana entre los de más edad: solo el 54,9% de los mayores de 55 años conocen la diferencia entre caducidad y consumo preferente-- reduciría, por tanto, la cantidad de alimentos que desechan los hogares y evitaría el desperdicio de alimentos. Cada español, según estimaciones de la Unión Europea, desecha 163 kilos de alimentos de media; una cifra que el Gobierno trata ahora de reducir con una estrategia que pondrá en marcha el Ministerio de Agricultura y que coincide con la llamada de atención sobre el problema –más grave, si cabe, con un 27% de la población en riesgo de pobreza—del Parlamento Europeo y de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Sin embargo, parece que la crisis económica está ayudando a que los ciudadanos se piensen dos veces qué arrojan al cubo de la basura y a que se reduzca el despilfarro, según el estudio de Agricultura. El 41,3% de los ciudadanos asegura haber disminuido la cantidad de alimentos que tira debido a la situación económica, una pauta de comportamiento que se da en todos los grupos de edad (sobre todo en el de los mayores de 55 años). Además, la crisis hace también que se dé otros usos a los alimentos: un 13,7% de los ciudadanos reutiliza más algunos productos como el aceite. Algo que ya tenía como costumbre el 25% de la población.
Dentro de la estrategia para reducir el despilfarro, las autoridades revisarán las pautas de calidad que utilizan las empresas para elegir los productos que comercializan y también instan a que las empresas revisen las fechas de caducidad de sus productos. Los nuevos envases y las tecnologías de conservación pueden hacer que la vida útil de los alimentos se amplíe; una idea que satisface al 75,1% de los españoles. Además, el 54,6% apoya la idea de que se puedan vender a un precio más barato aquellos alimentos cuya fecha límite está cerca, y que si no se venden se van a tirar. Una práctica que ya se lleva a cabo en países como Reino Unido, donde algunos supermercados rebajan el precio algunos productos que caducan al día siguiente.
La nueva normativa autoriza a los negocios de alimentación la comercialización de productos cuya fecha de "consumo preferente" haya vencido, siempre que se haga en estantes separados y con un precio reducido.
Dentro de la categoría de productos que se pueden vender también entra cierto tipo de alimentos de larga duración que podrán ofrecerse al público con descuento después de su fecha de caducidad.
Aquellos cuya fecha de caducidad se indique mediante día y mes, podrán venderse hasta una semana después de dicha fecha; los que se indiquen mediante mes y año, hasta un mes después, y los que se indiquen mediante año, hasta tres meses después.
Consumidor rico, consumidor pobre
La oposición ha criticado duramente al Gobierno del conservador Andonis Samarás por haber aprobado esta medida, acusándolo de querer dividir a los consumidores entre ricos y pobres.Sin embargo, el secretario general de Consumo del Ministerio de Desarrollo, Yorgos Steryiu, aseguró que la directiva ha sido "malinterpretada" por los medios y dijo que no se trata de la fecha de caducidad la que se utilizará sino "la fecha de venta al público".
Varias asociaciones de consumidores se han quejado también sobre la normativa y la Organización Griega de Seguridad Alimenticia tachó de insuficiente la nueva legislación asegurando que hay muchas "zonas grises" mediante las cuales empresarios "desaprensivos" podrían "poner en el mercado productos alimenticios de dudosa calidad".
Una fuente de Alfa-Beta, una de las principales cadenas de supermercados de Grecia, explicó que hasta donde a ellos les concierne sólo se había hablado de poner a la venta productos cuya "fecha de consumo preferente" hubiese expirado, aunque finalmente la empresa desestimó hacerlo para mantener su política de calidad.
El pasado año, el Parlamento Europeo aprobó una resolución llamando a las empresas a mejorar el empaquetado y definir de diferente forma la caducidad de sus productos para evitar el despilfarro y desperdicio de comida. Grecia se halla en su sexto año consecutivo de recesión, algo que ningún país desarrollado había vivido desde la Segunda Guerra Mundial.
De acuerdo a un estudio del Instituto del Trabajo, ligado a los sindicatos, en 2014, los griegos habrán perdido la mitad de poder adquisitivo respecto a los niveles anteriores a la crisis.
Uno de cada cinco españoles consume productos caducados
Un 20,7% de los ciudadanos consume alimentos caducados si no ha pasado mucho tiempo desde que la fecha venció. El 19,5% los tira o ingiere en función del tipo de producto. Los que menos reparo suscitan son, con mucha diferencia, los yogures —el 78,8% de los que acostumbran a tomar alimentos caducados los toma—. Después de este tipo de lácteos están las pastas, la leche o los dulces. A pesar de las cifras, el 59% de los españoles respeta las fechas límite y prefiere desechar los alimentos caducados, según un estudio monográfico sobre los hábitos de consumo que ha realizado el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Del informe, elaborado con datos obtenidos a través de entrevistas telefónicas a 1.500 personas, se desprende no obstante el gran desconocimiento que los ciudadanos tienen sobre las diferencias entre la fecha de caducidad —aquella tras la cual el fabricante no garantiza la seguridad del producto— y consumo preferente —el producto sigue siendo apto e inocuo pero habrá perdido algo de olor y sabor—. Y no solo por lo que los ciudadanos creen conocer, ya que el 64,7% de los encuestados afirma ser consciente de la diferencia. También, y sobre todo, por aquello que refleja sus respuestas. Entre las contestaciones espontáneas que los consumidores dieron al preguntárseles por aquellos productos que consumían o tiraban a pesar de haber caducado, se encuentran productos que, en realidad, no caducan como el arroz, la pasta, las conservas o las legumbres; cuya fecha de consumo solo es recomendada. Son alimentos considerados semiperecederos; es decir, que van perdiendo cualidades cuando la fecha de consumo recomendada ha pasado, pero que (si se han conservado bien y sin abrir) no suponen riesgo.
Corregir esa desinformación –que gana entre los de más edad: solo el 54,9% de los mayores de 55 años conocen la diferencia entre caducidad y consumo preferente-- reduciría, por tanto, la cantidad de alimentos que desechan los hogares y evitaría el desperdicio de alimentos. Cada español, según estimaciones de la Unión Europea, desecha 163 kilos de alimentos de media; una cifra que el Gobierno trata ahora de reducir con una estrategia que pondrá en marcha el Ministerio de Agricultura y que coincide con la llamada de atención sobre el problema –más grave, si cabe, con un 27% de la población en riesgo de pobreza—del Parlamento Europeo y de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Sin embargo, parece que la crisis económica está ayudando a que los ciudadanos se piensen dos veces qué arrojan al cubo de la basura y a que se reduzca el despilfarro, según el estudio de Agricultura. El 41,3% de los ciudadanos asegura haber disminuido la cantidad de alimentos que tira debido a la situación económica, una pauta de comportamiento que se da en todos los grupos de edad (sobre todo en el de los mayores de 55 años). Además, la crisis hace también que se dé otros usos a los alimentos: un 13,7% de los ciudadanos reutiliza más algunos productos como el aceite. Algo que ya tenía como costumbre el 25% de la población.
Dentro de la estrategia para reducir el despilfarro, las autoridades revisarán las pautas de calidad que utilizan las empresas para elegir los productos que comercializan y también instan a que las empresas revisen las fechas de caducidad de sus productos. Los nuevos envases y las tecnologías de conservación pueden hacer que la vida útil de los alimentos se amplíe; una idea que satisface al 75,1% de los españoles. Además, el 54,6% apoya la idea de que se puedan vender a un precio más barato aquellos alimentos cuya fecha límite está cerca, y que si no se venden se van a tirar. Una práctica que ya se lleva a cabo en países como Reino Unido, donde algunos supermercados rebajan el precio algunos productos que caducan al día siguiente.
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